Bergson introduce en Levinas la idea de la duración en el tiempo y ya no el tiempo objetivo y de ahí Levinas reinventa el tiempo que se despliega en el otro como proceso, como fenómeno Husserliano desde la experiencia. En filosofía Levinas decide hacer este recorrido y no el de Durkheim por ejemplo, que busca en la ciencia, en hacer empírica la sociología, en volverla objetiva como el tiempo objetivo y él se aleja de ello y se va a la duración, al proceso. Levinas busca ir más allá de la esencia y alejarse de las etiquetas, poder reinventarse desde lo espontáneo y descubrirse desde el instante. La relación con el otro en este narco puede interpretarse como intencionalidad irreductible o ruptura de toda intencionalidad, soltar todo el control de un pensamiento del ser Heideggeriano,nos dice Levinas en Ética e infinito.
Así, rompemos con la intencionalidad y esas ganas de que el otro cuadre en nuestras intenciones previas y soltamos toda idea nuestra para abrirnos al otro. También me parece determinante ver la relación con el otro como proceso y despertar al instante y a la novedad, al descubrir al otro de manera profunda, en su desnudez interior, fuera de toda etiqueta. Lanzarnos a la experiencia y reinventarnos desde el otro, en amor y apertura.
Al paso de la carreta se acomodan las calabazas, abrirnos al proceso desde donde el otro nos da la mano
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