La llegada del Mesías es un tema del que se ha dicho mucho y cada uno lo concibe diferente. Muchos no le entienden y prefieren ni hablar de ello porque se asustan al respecto, piensan que puede cambiar las cosas como las conocen y no quieren arriesgarse a perder lo conocido. Me parece algo similar a la entrega de la Torá en el monte Sinaí que recién festejamos. Nos preparamos y purificamos para llegar a ese momento espiritualmente ascendido. Entre rayos y truenos sucedió lo insólito y recibimos La Luz que guiará nuestros caminos por la tierra y nuestro retorno a Hashem, padre celestial. Hay cuatro principios de año en nuestro calendario Pesaj, Shabúot, Rosh Hashana y Tubishbat, pero en realidad es como marcar que no tenemos ninguno o muchos inicios, que los calendarios son objetivos y nuestros tiempos en libertad y comunión divina son interiores, que la Torá fue entregada en el desierto sin código postal, sin espacio, en un tiempo sin tiempo, que nuestras almas estuvieron ahí para recibirla. En Pesaj nos liberamos de manera física y en Shabuót con la entrega de la Torá, de manera espiritual pues con libre albedrío y nuestro mapa existencial que es la Torá, podemos decidir actuar en el camino del bien y aproximar la llegada del Mesías, aproximar el rostro de todo otro en amor y asistirlo. El calendario se activa al activarse nuestra libertad y nuestro propio tiempo, el calendario judío se relaciona también con los ciclos del sol y la luna, con las primicias de las cosechas, frutos divinos y espirituales originarios que nos permiten activar nuestro retorno natural hacia Hashem. El Mesías es ese tiempo otro, tiempo del otro y cedemos para acceder a su infinito en humildad y alegría. Entonces sí es un estado distinto al que vivimos porque sentiremos nuestros corazones puros y unidos y veremos el mayor de los milagros que es posible y será una realidad si comenzamos a actuarlo y a enseñarlo apegados a nuestro mapa existencial y universalizando este conocimiento como lo hicieron muchos antes que nosotros, desde Filón de Alejandría, pasando por Maimonides y más cerca están Emmanuel Levinas y Martín Buber.
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