La incertidumbre es compleja y tiene consecuencias en el futuro, por ejemplo, en la envidia e integración de los sujetos. También se refleja en la incapacidad de agradecimiento. En los primeros tiempos de vida el traumatismo puede impactar a niños y bebés. Decía Freud que hay tres grupos de personas que determinan a la sociedad: los políticos, los psicoanálistas y los padres. Estos tres son muy importantes y sus influencias sociales y espirituales en cada individuo se expanden. Después, el poder está en conflicto y la envidia merma a las sociedades. Las pulsiones deben educarse y no llegar a la hostilidad contra las personas. Es difícil el manejo de los ojos que miran con envidia y no permiten el desarrollo de los hijos, de todo otro. Debemos ser capaces de perdonar a los padres, a todo otro y avanzar juntos desde ahí para aproximar relaciones y reparar ,restaurar desde la capacidad de amar. Entre más logremos reparar y perdonar, estaremos mejor todos! Las relaciones deben tener sanas distancias para curar la envidia y evolucionar desde ahí. No podemos dejarnos caer como humanos y estas caídas son propias de transferencias negativas. Debemos constituir nuestra estabilidad desde el interior en una síntesis profunda con valoración personal que no permite la envidia. Los sujetos se pierden y devalúan sus dones. Se centran en la materialidad de la existencia y se estancan. No debe organizarse el mundo desde la envidia ni desde la patología. Se puede deteriorar la vida desde el frenesí de obtener lo de los demás. Podemos avanzar desde el retorno y la restauración, desde el perdón y la reconstrucción en aceptación y paz.
Reconstruir la vida desde la aceptación reconociendo etapas y desarrollo para darse en amor
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