Salmos 91:2-7
Yo diré del Eterno, que es mi refugio y mi fortaleza, mi Di-s, en quien confío, que Él ha de librarte de la trampa del cazador, y de la fétida pestilencia. Te cubrirá con Sus plumas, y bajo Sus alas tendrás refugio. Su verdad es un escudo y un adarga. No temerás las acechanzas nocturnas, ni la destrucción que asuela a mediodía. Podrán caer mil a tu lado y diez mil a tu derecha, pero no afectará.
Pienso que la vida es demandante y un reto constante, pero con nuestra fe sólida y en el camino de la luz divina estaremos protegidos y podremos realizar en paz nuestras misiones en esta tierra.
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