Ya sólo me quedan un par de días en Florencia y los sentimientos se mezclan. No quiero regresar ni quiero irme a visitar ninguna parte, quiero estar eternamente en mi café y en mi plaza, en su parque y su heladería, escribir y pintar aquí y comprar mi comida y en las tienditas o en el mercado cosas tan especiales que nunca imaginé. Me gusta caminar a la escuela por las calles estrechas y encontrar a mis maestros y amigos y regresar a casa a prepararme de comer. Me tardé treinta años en regresar, ¿me permitirá la vida volver el año próximo? Si lo logro, qué estaré pintando y escribiendo entonces? Me entrego a la vida con fuerza para vivir mis próximos retos existenciales y espero todo me regrese aquí muy pronto, ¿el año que entra?, que no me tomen tantos años regresar. Seguiré recorriendo la vida en amor, a pesar se todas las rupturas. La verdad es que sí se pega de regreso, no todo, pero de los errores o lo que nos parece una error, nace lo más bello e insólito. Espero no hayan más rupturas porque sí son duras de enfrentar, pero como me toque, poder caminarlo con alegría y agradecimiento.
Observo, escucho y contunúo
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