Perashá Toldot 26:23,
Y el Eterno le respondió: “Dos pueblos hay en tu vientre y con el tiempo se separarán: un pueblo prevalecerá sobre el otro y el mayor servirá al menor”. Y cuando se cumplieron los días de gestación, resultaron ser mellizos. El primero salió rojizo, con la piel como manta de pelo y le pusieron por nombre Esaú. Y después salió su hermano, cuya mano estaba en el talón asida del talón de Esaú y le llamaron Jacob.
Y así estamos en la tierra como naciones mellizas, unidas pero separadas, iguales pero diferentes, en relación muy próxima con todo otro y a menudo en desencuentro. Podemos romper el decreto de separación y retornar a la unicidad, aceptar diferencias y buscar los encuentros cara a cara con todo otro ya que venimos del mismo vientre y compartimos demasiado.
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