Grace Nehmad

miércoles, 10 de noviembre de 2021

En conciencia

 Job 30: 1

“Pero ahora, los que son más jóvenes que yo se ríen de mí, a cuyos padres desdeñaba poner con los perros de mi ganado. ¿Y de qué me servirá siquiera la fuerza de mis manos?…Acaso ¿no lloré por el  que padecía tribulaciones? ¿Y no consolé al necesitado? Sin embargo, cuando busqué el bien, me sobrevino el mal; y cuando esperaba la luz, vino la oscuridad… Voy entristecido sin la luz del sol. Me pongo de pie en medio de la asamblea, y clamo por ayuda… Por tanto, mi arpa tañe con dolor, y mi flauta es voz de los que lloran”.

 

Ciclos de la vida que fluye y se ilumina y después se contrae y se oscurece. Los necesitamos para aprender en esta dimensión, estar arriba y abajo, pues no logramos concientizar sin ellos. Pero quizá logremos ponernos arriba de ellos y prevenir las caídas si nos posicionamos diferente ante la vida. Quizá la imperfección puede ser un error juguetón que nos prevenga de males peores. Los silencios en un texto son ventanas y su reconstrucción abre lecturas infinitas de amor.

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