Entonces leí un cuento y reflexioné más profundamente. Una familia se gritaba, ¿por qué? Pierden la
calma, pero todos escuchan, ¿por qué gritar? El enojo aleja los corazones y
entre más se enojan las personas, más se gritan porque sus corazones están muy lejos.
Al hablar los corazones deben de estar muy cerca siempre, como los de dos
enamorados para poderse secretear y casi ni tener que hablarse para comunicarse.
Me parece preciosa esta idea que he extraído de un cuento hindú. Pensé que
debemos intentar hablar mucho menos y acercar mucho más nuestros corazones. Y a
veces es muy difícil porque se nos cruzan los canales y las emociones y todo se
confunde y atora. Es posible meditar y relajarnos y entender lo que se nos
atora y fluir en tranquilidad sin responsabilizar a otros de nuestras emociones
atoradas y es más, tratando de ayudarlos mucho más pues para eso estamos aquí. Y para no dañarnos ser más cuidadosos con nuestras palabras y mensajes, ser ejemplo de luz y ayuda.
En un gran abrazo y acercamiento ayudamos más, con pocas palabras
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