Grace Nehmad

jueves, 11 de noviembre de 2021

Animal político en exterioridad

 

 

Aristóteles es griego, filósofo del siglo cuarto y discípulo de Platón, aunque difiere de él. El hombre para él es un animal político que no es así por su ejercicio político. Político para él es social. La polis, es la sociedad y el hombre vive en sociedad. Por qué vivimos unidos y no separados. El hombre es animado por la pulsión y destrucción. Vivimos en sociedad por necesidad de supervivencia. El bosque es hostil y necesitamos resguardarnos y construir para protegernos. El individuo sólo no es fuerte y en unión hay más fuerza y capacidad. La asociación nos multiplica en cooperación. La solidaridad crea la solidez. Cooperar es parte de nuestra evolución. El hombre se asocia a los otros para sobrevivir. Aristóteles era un naturalista. Le gustaba estudiar la biología. Lo propio del hombre es su animalidad humana que lo lleva a vivir en sociedad con un pensamiento racional lógico que lo hace diferente a los demás animales. El instrumento de cooperación de los hombres es el lenguaje. El lenguaje del hombre transmite el juicio, su expresión que establece reglas, leyes y normas de comportamiento. El hombre instaura normas colectivas que buscan la justicia con una vida cultural colectiva. El lenguaje es logos, que es idea y sentido. Colectivamente edificamos a través del lenguaje. En la torre de Babel nos revelamos a Dios y nos separó a través de las diferentes lenguas. Los signos sonoros nos ayudan a comunicarnos. El animal político nos mueve a la cultura: el arte y la moral están en su naturaleza. Al crear a la sociedad el hombre cumple su potencial, su esencia, su naturaleza. Existir en acto es existir de hecho y en potencia es en germen como en el libro de Zola Germinal, el hombre de las minas se revela de su condición para conseguir su libertad.

            Un aglomerado no es un universo que es ordenado y se organiza en cosmos con leyes inteligibles. Buscamos regularidades de ocurrencia. La organización es la marca de una intención, no producimos en valde. La naturaleza nos crea interdependientes no por azar, es una necesidad de la historia para obligarnos a cooperar. Los hombres están condenados a cooperar. La naturaleza no hace nada en vano. El lenguaje nos habla de lo justo e injusto, del bien y del mal. Estas nociones buscan presencia. El aislamiento nos lleva a la locura. Existir es salir de sí. A través del otro soy, en su exterior. Quiero existir a los ojos de otro. No estar sólo en el mundo. Necesito la presencia del otro, ser en el mundo, en sociedad. Es mantenerme conectado al mundo y a su calendario, ser en el mundo y no una conciencia que voga en el mundo en exilio. Por eso Levinas nos lleva al otro y a ser para él y salvarnos del exilio y de la locura y soledad, de la violencia. Pero hace ruido el tema de la intencionalidad que necesitamos para ordenar y dirigir y a la vez debemos soltar para no encasillar y verdaderamente entrar en el misterio del otro que es exterioridad para llegar al infinito en amor y sin querer dominar al otro.


Ser en la naturaleza, cumplir nuestra potencia actuando para el otro


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