Grace Nehmad

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Llegar al otro en exterioridad, entrar en su tiempo

 


El pensamiento occidental nació en Grecia, Aristóteles y Platón y Tales y Pitágoras. Viene el conocimiento de ellos de Egipto y de oriente y ellos la trajeron a occidente de la civilización egipcia. Nos atraen sus pirámides y hieroglíficos, pero poco sabemos seriamente. Su concepción de mundo es profunda y no un juego. Su mitología es interesante. Isis es dios de la vida y hay muchos como Amón que será Jupiter, dios de la creación, serpiente, lo escondido y de origen metafísico. No es conocible Dios para Kant ni para Platón en el mundo de esencias que propone, y es después lo mismo para el cristianismo.  El Eterno crea el mundo en seis días ex nihilo y Amón no crea de la nada, no crea, transforma de lo preexistentes es demiurgo, gran arquitecto del universo. Orden y caos se juntan y el caos se vuelve cosmos. Dioses creadores hay varios. El humano se define a través del verbo desde el mito egipcio. El universo es causa y nada viene de la nada. Para Spinoza Dios es su propia causa. Los egipcios ya lo veían así en el dios atúm, en los sarcófagos se ve así. Se crea a sí mismo, como la santa trinidad. La conciencia de sí es representación exterior de nosotros mismos. Logos es palabra y espíritu a la vez. Hablar es hacer salir de sí una parte de sí mismo. El caos primordial se ordena. La matriz eterna en conciencia engendra al mundo a partir de sí mismo. Estamos hablando de desdoblamiento. El universo nace del caos y de dios. Materia y conciencia como nosotros. 

Palabras ven el día en exterioridad. El corazón se pesa con Osiris y escribe su nombre para ser evaluado en justicia. Somos conciencia que habita el cuerpo para los egipcios. La conciencia al morir se apropia del tiempo. El tiempo es material y lo eterno se da en la muerte. Para los egipcios el tiempo es cíclico y recomienzo eterno. Bajo la idea de cuerpo y alma y de autoengendrarse llegamos a la idea de desdoblamiento que es necesaria en Levinas al hablar de exterioridad que entra en el tiempo del otro, el instante dos, te sales de ti y eres para asistir al otro. Aquí queda más claro cómo podemos salir de nuestro egoísmo.


En exterioridad entro en el tiempo del otro y me doy en amor



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