Los límites del lenguaje, el otro, Bergson y Levinas
La división del tiempo es duración y es
percepción subjetiva. Hemos segmentado la realidad y organizamos para hacer en
orden. Las palabras de la misma manera fijan la realidad. Compartir la lengua
es comunicación con otros. Es hacer circular la información y transformar y en
la torre de Babel se ve esta idea. Con muchas lenguas la unión era ya imposible.
La lengua antes fue para comunicar peligros, después se fue puliendo y la
organización mejoró para lograr eficacia. El lenguaje es convención y vamos
avanzando en unión desde el acuerdo para trabajar en unión. Tratamos de expresar
pensamientos abstractos y de luchar y cooperar y que no sea para dividir. El
lenguaje expresa pensamientos y emociones. El signo es un gesto corporal y
también palabra. Los signos son indicaciones de lo que se puede y lo que no se
puede. Hay distintos lenguajes corporales y de arte y literatura. Los sistemas
de signos se van ordenando en secciones dice Bergson como con el tiempo. La
palabra designa la realidad y la atrapa con una esencia común. Los objetos y
gamas de objetos se atrapan a través de las palabras y vamos precisando y
particularizando. Expresamos la cosa en unicidad y en aproximación. La palabra
de entrada generaliza y nos faltan siempre palabras y aunque segmentamos, la
segmentación se hace infinita. Las experiencias comunes se traducen en palabras
de manera general y se reagrupan de formas diferentes para tratar de atrapar
más los sentimientos y transmitirlos. El problema del lenguaje al final es el
límite de lo que no logra transmitir. La palabra es fotografía superficial de cosas.
No queremos sólo transmitir información, es llevar sentimientos a otros desde
lo práctico. La palabra traiciona la realidad. La palabra quiere transmitir y
activar a otros. Se dice también con silencios y vamos más allá de encasillar.
El lenguaje es un cúmulo de signos, ideas generales y no traducen todo lo que
llevamos dentro, lo trabajamos y precisamos. El lenguaje guía destinos y queda
en nosotros, es profundamente intenso, un arma poderosa y nos penetran las
palabras. Las palabras esculpen el mundo y que sea arte y nos eleven y no nos
encasillen. El sentido de las palabras es creativo nos diría Levinas y debemos
usarlas adecuadamente para ayudar y aproximar a todo otro en amor, abrir el
infinito y no encasillar y limitar. Que las palabras sean siempre vehículo de
amor y elevación espiritual. Es trascender la duración del tiempo bergsoniano y el lenguaje que segmenta para irnos al tiempo dos Levinasiano, instante dos del otro, el infinito.
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