Los más vulnerables nos interpelan y de alguna manera, somos todos vulnerables. Los cuerpos retienen nuestra manera de ser y de actuar. Debemos ser los mismos dentro y fuera. Es la desigualdad inherente en nuestras vidas la que nos reta todos los días y ¿cómo respondemos? Uno de los grandes retos actualmente es el retiro y la exposición de cada trabajo. Si nos retiramos a los sesenta o setenta, quedamos muy vulnerables a la muerte y de manera desigual. Tenemos que luchar contra estas desigualdades que son universales y después se van particularizando. Las desigualdades van también volviéndonos más vulnerables frente a la muerte y a la enfermedad. Hay muchas categorías que nos van marginando en la vida. Debemos luchar contra ellas y resolverlas desde el origen. Que cada uno trabaje dentro y supere carencias interiores y sea la perdona que se estima, se sabe cuidar en cuerpo y alma y cuidar s todo otro en amor. Podemos aprender a no abusar de todo otro y construir la paz y el amor. Rebelarnos y decir que no es posible no tomar en serio las ideas del otro. Consideramos la vida del otro una vida pobre y no es restituir una empatía hacia mí, es empatía hacia el otro y liberar las categorías y que el término de vulnerable es el mismo de cuidado. Son experiencias que tratamos de atorar en un concepto y no se resuelve así. Hay una fenomenología de la pobreza y no una clasificación absoluta.
Debemos tratar de ir más lejos de las categorías y elevar a todo otro para ayudarlo. Creer en un mundo mejor y en que toda ayuda y salvación está en nosotros y en creer y sobre todo en actuar.
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