Lo que nos amenaza es reducir a los hombres a cosas. Ahí comienza la violencia. Queremos cambiar las relaciones humanas, confrontar instituciones y dejar fuera las luchas violentas y pasar al contraste creativo que va más lejos. ¿Desde dónde podemos gestionar los cambios reales?
La modernidad y el neoliberalismo nos limitan al abrirnos porque las opciones están muy centradas en lo material. No olvidar a nadie y hacer espacio para todos, tomar en cuenta al otro es central, escucharnos y subir al arca juntos, antes de la tormenta, para crear el mundo nuevo soñado, libre de violencia. Para empujarnos desde relaciones diferentes que se abran a la inclusión y a todo otro y hacia la dimensión espiritual olvidada. Como nos revisamos lo físico anual y lo emocional en terapias, lo espiritual requiere nuestro cuidado. Es darle espacio desarrollando la sensibilidad y la intuición, tratar de ver lo oculto y aproximarlo, dar espacio a la meditación y respiración, a toda forma de arte en acción y contemplación, al rezo y canto, a la conexión divina y estudio de las escrituras o textos de cualquier religión y su reinterpretación para elevarnos en conciencia hacia la unión al Uno y a todo otro, desde el corazón y la razón. Desde este nuevo lugar accederemos al mundo soñado, lo sé.
Que entremos todos en la nueva canasta de escucha y sensibilidad
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