Dice Levinas en otra manera que ser que en la
manifestación del ser, el sujeto es parte de un tren conducido por el ser. La
conciencia aquí debe manifestarse en tanto que diferente del ser y no dejarse
tragar por él. El ser, debido a su finitud tiene una tendencia absorbente. La
verdad del sujeto debe en cambio borrarse ante la presencia del otro y ello es
muy diferente. La mentira en estos términos es el precio que cuesta al ser su
finitud. Se trata del Mismo para el Otro, escapando a la esclavitud del ser, en
exterioridad responsable, para expiar por todo otro siendo su rehén fuera de
los sistemas que buscan absorberlo. Parece complejo este pensamiento, sin
embargo, es simple y claro. Se trata de apegarse a actuar para asistir a todo
otro y no para dejarse absorber por sistemas o apariencias propias del sujeto, de
su finitud, de su tendencia egocéntrica por tal causa. Claro, en la práctica,
no resulta tan evidente y puede confundirnos la verdadera acción positiva que
buscamos. Se trata de por lo menos saberlo, e intentarlo a cada paso de nuestras
vidas.
Se trata de aprender a diferenciar y darse desde ahí en todo momento, en blanca meditación
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