Recordar el centro y salir al mundo

 Trascender las diferencias para encontrarnos y saludarnos con profundo amor propone la Yoga. Aquí estamos en el mundo y debemos dejar al ego fuera. Se trata de compartir y el canto nos une en especial. Es sano unirse a la  música y el canto. Armonizar dentro y fuera. Podemos darnos en unión y dejar fuera las restricciones. Ahora que me enfermé volví dentro con más fuerza y aunque hago yoga y meditación a diario, rezo, canto, pinto y escribo, doy clases, quise tomarme este espacio como un momento de reflexión, pues a pesar de mi centro en el desarrollo espiritual, a menudo el cotidiano es demasiado violento y trastorna. Eso trae la enfermedad nos dice el rabino Heschel. La posibilidad de parar y reflexionarnos de nuevo. Él nos dice también que ya que concientizamos la envidia y la competencia exteriores podemos actuar en este mundo de otra manera, uniendo lo divino y lo humano. Hoy en este alto y dentro de esa conciencia y búsqueda de unión de lo divino y humano quise escribir sobre yoga, pues la práctico a diario. La primer pregunta es cómo te sientes después de una práctica de yoga, después de acallar los efectos negativos de la existencia. Centrarse, corregir defectos del cotidiano y después salir al mundo. Yoga es unión y nos ayuda a regresar a nosotros mismos y ser para los demás en cuidado. Se cortan los ánimos cuando suena la campana en la escuela y se invalidan nuestros sentimientos y ya no somos escuchados. Entonces parece que la escuela nos educa negándonos y no debe ser así. Es necesario escuchar la música interior y desde ahí construir. Podemos encontrarnos en el yoga, reencontrar nuestra música interior y regresar a la música exterior. Si no te transformas no avanzas. La yoga es espejo. Todos tenemos lados hermosos y otros no tan agradables. Esos lados oscuros debemos cambiar. Enfrentar las zonas de sombra y tú las ves y tú las cambias. Yoga es un paradigma que nos ayuda a cambiar. El consumismo del yoga estropea sus caminos que son espirituales y no debería ser. El chiste en todo en la vida es tener discernimiento. Saber avanzar desde el espejo interior y adaptarlo a la modernidad y a occidente sin desvirtuar su origen oriental. Es importante meditar y escuchar nuestra respiración, entender cómo estamos y de ahí estar en el mundo. Aceptamos cómo estamos sin mecanismos de defensa y podemos estar en contacto con la propia realidad. En occidente estamos obsesionados con el exterior y con el control de éste y de otros.  Se trata de un regreso auténtico a nosotros mismos. Desde ahí nos damos al mundo y nos equilibramos. Desde ahí somos canal de ayuda, en retorno y amor. Este alto me ayudó a no perder el centro de mis búsquedas de ayuda y de unión de dentro y fuera, de lo divino y humano. Regresar al espejo interior a cada paso y seguir en transformación y ayuda.

Irnos dentro y tocar al universo con el ritmo de nuestra respiración, en espejo, aceptarnos y salir a ayudar