El otro me aproxima y trato de leer sus sueños, lo que necesita de mí, nuestra unión. Me desprendo de mis tribulaciones y nos veo unidos. Borrarse por completo pide Levinas, es prehistoria, es devenir voz supongo. Por el camino cruzado del otro soy y mi trabajo está para él. Pero queremos decir mucho y poco sabemos estar en el tiempo del otro. Debemos elegir en libertad responsable nos dice Sartre, elegir no permanecer en ningún infierno, elegir responder a todo rostro sue nos interpela, diría Levinas. A mi lo que me gusta de Sartre y de los filósofos ateos es que desmitifican la idea de Dios porque la tendencia ha sido a comprenderlo desde el miedo al castigo divino o desde el culparlo de nuestro estado y recargarnos en Él pasivamente, sin adueñarnos de nuestras decisiones y hacernos responsables de ellas. Me parece que Levinas va más lejos y se adhiere al plan divino, a la idea mesiánica de la redención en justicia social y compromiso desde la acción y no desde la evasión. Es estar presentes en todo momento para todo otro, para asistirlo.
Desde la acción me entrego al plan divino en el rostro de todo otro
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