Grace Nehmad

jueves, 2 de junio de 2022

Monedero de una novela

 

Ella recogía todo para guardarlo en su monedero, eran monedas, piedras preciosas y llaves. A veces también una notita de la lista del mercado, a veces ccn un sueño o un pequeño dibujo del paisaje al reverso. Le gustaba salir de paseo por las noches con su monedero guardado en el pecho y sembrar estrellas en el paisaje abierto. Después las recolectaba y les soplaba, las dejaba volar libres y se acomodaban en el infinito. En el cielo profundo, a veces se alcanzaban a ver y le dejaban admirar su brillo. Otras veces, se iban demasiado lejos y se perdían en el espacio sideral. Aún así las sentía acompañarla. A veces incluso les abría el paso entre los matorrales de sus caminatas nocturnas. Su energía le daba fuerzas y disparaba la creatividad estancada en alguna parte del alma. Ese otro dispuesto a observarla actuar por horas y cuyo silencio la sorprendía. Sus signos se manifestaban en las veredas más escondidas y la invitaban a sospecharse más allá de los límites del cuerpo.

Los árboles guardaban historias. Amaba detenerse en alguno y escuchar su canto. Escuchaba con los ojos cerrados y la luna llena la invitaba a regresar a casa. Ya en casa, antes de dormir,. ordenaba las cajas de álbumes familiares y bailaba en un mar de recuerdos. El sueño acomodaría todo lo vivido para saber amanecerla lista para las experiencias y aprendizajes de un nuevo día, página en blanco.



Los días sobre la tierra se abren a ella como un monedero de aprendizajes


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