Grace Nehmad

lunes, 31 de agosto de 2020

La caverna de Platón y Levinas

 

La caverna de Platón y Levinas

En la caverna de Platón dialogan Sócrates y Glaucon. La idea plantea a los hombres encadenados desde la infancia en la caverna subterránea que tiene una boca de luz que hace aparecer a los objetos reflejados en su pared como sombras de los objetos reales. Los prisioneros tratan de nombrar a esos objetos y sólo consiguen atrapar los ecos de sus sombras.

Sus cadenas los tornan ignorantes y la luz los ofende, ya no distinguen más que fantasmas y confunden las cosas, ya no saben qué es lo real y qué no. La luz les duele y las sombras las miran sin esfuerzo.

Si quisieran llegar a la boca de luz de la caverna, a su liberación, el sendero sería áspero, se enojarían a cada paso y deslumbrados, sufrirían, necesitarían tiempo para diferenciar entre las sombras de los objetos reflejados y la realidad. Así, estos hombres son más felices en el cielo de la noche. Cansados de ser deslumbrados, preferirían enaltecer las recompensas y ser alabados y olvidar el camino áspero hacia la luz.

Así es nuestro mundo sensible, nos sugiere Platón, un mundo de sombras, el hombre permanece en su prisión, en sus tinieblas. Este mundo es subterráneo y el alma sube a la luz, es atraída hacia ella y a la vez le teme. El bien es bello y recto, es luz, verdad e inteligencia. La contemplación es deseable, un lugar elevado. Pero el hombre se salta pasos y no quiere el camino áspero. A menudo permanece en los reflejos y el iluminado en cambio ve a la justicia en sí misma. El camino de la luz a la oscuridad y de la oscuridad a la luz es una transición poco clara. Los que ya contemplan la luz pueden guiar a los demás, ayudarlos a mirar hacia donde deben mirar. Los pueden ayudar a eliminar sus tendencias hacia placeres groseros y enfocarlos a mirar a la verdad.

Así, la ley marca el camino hacia el bien, no es más que para todos en comunicación unos con otros y para fortificar los lazos del estado. Los que contemplan la luz deber asumir su rol de guías y no perderse en la contemplación. Deben dirigir a los demás y entrar en los fines de los lugares públicos con jefes y reyes para eliminar las tinieblas y distinguir porque saben de lo justo y de lo bello. El mando deben verlo como yugo inevitable para conseguir una república bien ordenada y encontrar la luz para todos.

Levinas no aproxima al mundo desde el privilegio de los guías iluminados. Para Levinas la distorsión de este mundo, sus sombras y su percepción alejada del camino del bien se da por el egoísmo en todos los niveles, no nos ofrece un mundo excluyente, todos somos susceptibles de egoísmo y distorsión. Los guías pueden aparecer en el texto bíblico y ya no son personas superiores en este mundo pues se transforman en el texto que es el código de leyes que nos rescata a todos y debemos despertar a él. Ver con claridad para Levinas es seguir las leyes de la Torá y poner al otro al centro de nuestras acciones.

Claro que Levinas no habla de gobernantes y gobernados y me parece que para él cualquier función social de las personas lleva al otro en el centro para evitar los placeres groseros de los que habla Platón y clarificar las sombras del mundo. Es evidente que si todo humano se centrara en el otro y olvidara su egoísmo, los gobernantes tomarían su función como cualquier otra y seríamos liberados de las distorsiones de nuestros sistemas sociales y políticos que existirían realmente para asistir en todo momento.


Descubrirnos sin distorsiones y nombrarnos, sería poner toda nuestra acción al servicio del otro, completarnos con la ayuda de nuestras leyes al servicio del otro

Y ver así con claridad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario