¿La propiedad de las obras de arte de quién debe ser?El autor no caminó sólo, más bien se puede dejar que el autor tome otro lugar. La figura del autor no es su persona. Se trata de liberarse del autor y comprender el mundo imaginario del lector. La unidad del texto se completa con el lector, su obra no le pertenece y quizás el nacimiento del lector debe matar al autor como decía Barthes. Es verdad que de todas maneras los autores no desaparecen nunca. Además podemos jugar con la idea de que el autor posee a mucha gente detrás que cocrea con él. En nuestra época contemporánea se reconocen más estas influencias y al mismo tiempo tenemos que comprender que el autor es el autor y que a pesar de esta aceptación, él y sólo él debe enfrentar el derrotero de su obra y sus palabras. Después vienen los autores y sus características y sus traducciones. Son distintos planos de transmisión que incluso sobrepasan la vida y la muerte. El texto nos comparte y transforma. Y todo texto debe traducirse independientemente de las características del autor. Quizá se puede y debe traducir todo y al mismo tiempo, de manera estricta nada es traducible. El autor y su texto, el autor y su tiempo, el autor y sus características, preguntas que podemos hacernos y trascenderlas.
Propiedad del arte, el autor y su texto lo trascienden y son para el mundo
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