Grace Nehmad

martes, 14 de marzo de 2023

Cuento de Sonia y Sergio

 Sonia iba y venía buscando amar, buscando la belleza en esta tierra y suspiraba sin fin pues no encontraba lo que buscaba. Las lunas eran escandalosas también pues ya nada la refería a la inocencia. Ninguna ventana se abría en su camino y los contratos no eran ni verdaderos ni sostenibles. No se veía en miradas íntimas y las sonrisas de la vida le escapaban. Tristeza. Soledad. En su historia fue versátil y quiso alejarse de los estereotipos pero en esa intensión no se había dado casa durable. El arte y el deseo son de raíces complejas y vomitan belleza e intensidad, más ninguna estabilidad. El arte busca lo intenso y fugaz. La ética no parece verse sin la idea de un bien durable. Pero lo ético debería también ser estético. Hay desproporción entre la poesía y el arte y la estabilidad. Sonia iba en  movimiento y empujaba la fuerza y la evolución. Al final hay un tronco común en ética y estética y estabilidad, aunque no lo parezca y Sergio se lo hizo ver. Su trabajo cotidiano y repetitivo en la comida a domicilio él lo vivía también como un arte y le daba estabilidad. La comida era bella y unía cuerpo y alma en estabilidad. Somos lo que hacemos, somos muy diferentes y los mismos, individuales y colectivos. Podemos acortar distancias y ser sensibles al bien y a lo bello a la vez, de manera individual y en toda relación con contratos claros y durables de interacción.



Unir lo bello y lo bueno en todo ser y actuar, en todo intercambio en estabilidad

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