Sujeto-objeto.
Nos dice Levinas en Dios, la muerte y el tiempo que se trata de pensar el sentido de la trascendencia como movimiento del Mismo al Otro. En el reposo es contemplación, pero más que nada cuando el Mismo se ve sacudido por el Otro quien lo despierta. La idea del infinito estalla la identidad en la imposible y posible interioridad. Es el Mismo en el Otro y diacronía a la vez. Es relación con lo no contenible, con el infinito. Debe ser pensado fuera del ser y de la nada. Es una significación mayor del ser que se reafirma en sí mismo. El sentido del más despierta en el menos, es no descanso y responsabilidad por el otro. Se revela la verdad en la co-presencia, en la mirada del uno y del otro. El presente es el sujeto pensante y a pesar de su espontaneidad se sujeta del ser delante del cual se borra para dar paso al otro y en lo no simultáneo se produce la luz, iluminación del infinito, trascendencia. Debemos buscar siempre estos instantes determinantes en la existencia, trascendentes, que nos sacuden y elevan, que nos despiertan a nuestra misión existencial para asistir a todo otro en amor y cuidado, en la responsabilidad que me borra y a todo mi egoísmo para dar paso al otro, a lo otro.
Eres color desparramado que me despierta
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