Grace Nehmad

martes, 10 de enero de 2023

Emparejarse

 Julio quería vivir de manera simple pero en realidad era complejo y obsesivo. Se contaba historias de empoderamiento y liberación; quería despertar de su letargo, generar una nueva vida tranquila y feliz. Pero sus amigos no lo dejaban libre. Era como si se justificaban en los errores de Julio y en sus fracasos. Julio trataba de salir de sus etiquetas pero sólo conseguía convertirse en un ser más dependiente y aumentar su malestar. Necesitaba unos tomates para la pasta que haría de cenar y fue de compras. Entonces se encontró con Laura, con ella todo era diferente, no se sentía juzgado y su alma se tranquilizaba. Cerca de Laura, Julio cambiaba su ritmo acelerado y entendía mucho más. Estuvo entonces dispuesto a apostar por una vida en pareja de nuevo, a pesar de haberse prometido, después de haber roto con Andrea, al menos una etapa significativa de reconstrucción solitaria. Antes de entrar en otra relación, quería cimentar un nuevo yo que no temiera los prejuicios de los demás. Pero con Laura no fue necesario esperar más porque al ver las estrellas en su mirada, supo que el prejuicio venía de él mismo, de sus miedos al fracaso, de no saberse tener paciencia.  Prefería seguir cualquier autoridad exterior con tal de no tomar sus propias decisiones y asumir los resultados de su suerte.  Con Laura, en esa breve plática casual recuperó la confianza en sí mismo. La invitó a tomar un café el fin de semana y de ahí, poco a poco, Julio compartió su tiempo de esparcimiento con ella.  En cambio a Luis no le fue natural estar en pareja de nuevo. Julio trató de asesorarlo y nada le resultaba. Es posible que la falta de empoderamiento lo hacía fracasar o al revés, que era demasiado firme en sus decisiones y transmitía mucha seguridad, tanta que espantaba toda esperanza de compañía de pareja. En cualquier caso, habiendo agotado todas las estrategias, Julio mandó a Luis por tomates para cenarse una pasta, Luis se encontró con Adriana y al poco tiempo se hicieron pareja, quedaba comprobado el alma solitaria de los hombres necesitaba simplemente un poco de salsa de tomate y ninguna falsa


obsesión.
 

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