Grace Nehmad

miércoles, 18 de enero de 2023

Cuento de Magda

 Magda jugaba a ganar lucidez. Le gustaba despertar temprano e ir al parque a ver el mundo de otra manera. La mañana nueva le permitía percibir diferente su existencia.  Después debía regresar de su reflexión para contrastarla con su entorno. Sus juegos de percepción sensible le ayudaban a soltar el control, su obsesiva manera de estar en el mundo. Magda era divergente y luchaba por soltar sus obsesiones y la idea de la perfección sabiéndose imperfecta. En realidad nada cuadraba y se sabía especialmente descuadrada. Nada tenía sentido en realidad, pero sabía que necesitaba a Alex para encontrar su centro dentro de sus divergencias.  Conoció a Alex en una de sus caminatas matutinas y ya nunca dejaron de caminar juntos de mañana y por los caminos de la vida. El horizonte del amanecer se iluminó para Alex y Magda, sus pasos se unieron y su lazo con el mundo adquirió una conciencia trascendental compartida. La estructura de sus seres unidos en el mundo pasó del pensamiento reflexivo matutino a la acción concreta. El neutralizar al mundo juntos por la mañana les ayudó a revalorar sus vínculos con él comprendiendo la estructura de sus seres unidos en el mundo y desde ahí completar sus días de vida en asistencia y ayuda a todo otro.  De esta manera, caminando juntos, alejaban toda apariencia, el materialismo y las distorsiones mundanas. Entonces, las noticias masivas falsas de los periódicos se esfumaban y al tomar su primer café del día en el desayuno Alex y Magda se sabían vinculados en compromiso y acción. El sentido de sus días en la tierra brillaba en presencia compartida. Magda pudo así atemperar sus obsesiones y aceptarse imperfecta pero en camino hacia un mundo mejor desde el deseo positivo en movimiento para ser con Alex y en lazos significativos con todo otro desde la construcción en expansión amorosa.



La mar de flores vincula a Magda y a Alex para darse desde su unión a todo otro en amor

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