Ezequiel 3:1
Y me dijo: « Hijo de hombre, come lo que encuentres. Come este rollo y luego anda, habla a la casa de Israel ». Abrí mi boca y Él me hizo comer ese rollo. Y me dijo: « Hijo de hombre, que coma tu vientre y que se llenen tus entrañas con ese rollo que te doy ». Y yo lo comí; sabía a miel por su dulzura… No les temas ni desmayes ante sus miradas porque son una casa rebelde.
Creo que no hemos dejado de ser necios y las señales están siempre a la mano para escucharlas y somos lentos para ello, no queremos despertar y actuar cuando el buen camino sabe a miel. Retornemos a la seguridad del buen camino que nuestra alma conoce y reconocerá. Cada nuevo día podemos retornar y actuar para asistir al rostro de todo otro en amor, ejerciendo nuestro libre albedrío.
El bien sabe a miel, certeza en el rostro del otro
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