Grace Nehmad

martes, 19 de octubre de 2021

Acceder al instante dos del otro

 

Bergson propone dos tipos de tiempo, el tiempo físico que es unidad de medida y la duración entre dos puntos. La medida es unidad objetiva. Es el mismo tiempo de unidad para todos y es unidad en acuerdo. Se relaciona con ciclos físicos y naturales.

El tiempo físico es uno y esta representación de segundos concatenados. El movimiento es lo que pasa en el intervalo de un segmento a otro y es la duración y lo que se produce ahí dentro.

El tiempo se modifica al lograr un continuo que no segmenta al tiempo, es dejarlo pasar y no segmentarlo para representarlo. El tiempo es indiferente a su representación que se vuelve inadecuada. Los humanos segmentan para fijar y apropiarse de, es como a través del lenguaje. El arquetipo de árbol es un artificio del espíritu pues para comunicarnos segmentamos. Esta representación es su matematización, es desnaturalizarlo y espacializarlo y darle ciclos. Las dificultades de representación son para todos, pero la percepción individual del tiempo le imprime diversidad y su velocidad cambia para cada uno. Es percepción subjetiva de la duración y todos la experimentamos. Si pensamos en el tiempo es que nos aburrimos. Concentrarse en detalles hace que todo se torne interesante y vuela el tiempo.

Este tiempo particular es muy difícil de atrapar, más que el tiempo objetivo. La percepción subjetiva es el tiempo en duración y el tiempo filosófico. Es el carácter relativo del tiempo. Es también tiempo psicológico. La naturaleza del tiempo es noción de memoria, recuerdo y rastro. A través del pasado podemos prolongar el tiempo de la experiencia y reconstruimos. Reescribimos así la realidad. El pasado está ahí y es historia que llega al presente. Somos resultado de nuestro pasado. El tiempo es conservar el pasado en el presente. Tiempo es esta evolución, eres en función de esta conservación tu identidad y conciencia de ti, gracias a la memoria. El tiempo es lo que nos permite transformarnos. Hay un antes y un después, son los cambios los que involucran tiempo. Lo que hay entre, es en realidad lo más importante, el proceso, el tiempo entre y no sus efectos que es lo que se nos muestra. El tiempo antes que nada dice Bergson es lo que hacemos de él y el recuerdo que será. No es un adversario como decía Baudelaire, es más bien un aliado. Somos llamados a asistir el espacio de la transformación y el tiempo es nuestro deber hacerlo vivir. Para hacerlo vivir nos diría Levinas, debemos llenarlo del tiempo del otro y darle ese sentido en dirección al rostro del otro en un tiempo sin tiempo del encuentro cara a cara donde el alma se eleva y eterniza. En la última fase levinasiana, la alteridad es hacia lo divino. Lo infinito entendido desde las meditaciones de Descartes se abre a través del rostro del otro. El tiempo comienza en Levinas hacia el futuro y se regresa al pasado, un poco siguiendo el paso de la ontología a la ética del otro, para terminar en un énfasis en el presente y la acción para servir al otro en su tiempo que es el instante dos. En el instante uno el ser se mira y reconoce en un mundo sensible, en el pienso y luego existo de Descartes para después dar su tiempo al rostro del otro y a través de él servir a Dios.  Entrar en su infinito en el tiempo sin tiempo que es atisbo de la redención. En Diacronía y representación se abre la dimensión ética, la justicia, la responsabilidad y el otro que llevan a lo sagrado y no a la historia de Hegel. La historia, el pasado para Levinas es un punto de partida para comprenderse en el mundo sensible del instante uno y llegar al instante dos del otro, el verdadero fin. Es moverse hacia la conciencia y ayuda y ser para el otro en responsabilidad reconociendo nuestras deudas con el otro en todo momento y después de la violencia vivida en este planeta y el límite excedido del pensamiento centrado en el ego, el llamado es hacia el otro nos dice Cohen en su prólogo del tiempo y el otro de Levinas. Es como nos dice el tiempo del otro en esta pandemia, de dar y de la conciencia para regresar a la humildad y deshacernos de los espejismos superficiales que nos mantienen presos del sinsentido existencial anclado en el materialismo.



En lo simple encontramos el tiempo del otro para acceder a él en amor

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