Bergson propone dos tipos de tiempo, el
tiempo físico que es unidad de medida y la duración entre dos puntos. La medida
es unidad objetiva. Es el mismo tiempo de unidad para todos y es unidad en
acuerdo. Se relaciona con ciclos físicos y naturales.
El tiempo físico es uno y esta
representación de segundos concatenados. El movimiento es lo que pasa en el
intervalo de un segmento a otro y es la duración y lo que se produce ahí
dentro.
El tiempo se modifica al lograr un
continuo que no segmenta al tiempo, es dejarlo pasar y no segmentarlo para
representarlo. El tiempo es indiferente a su representación que se vuelve
inadecuada. Los humanos segmentan para fijar y apropiarse de, es como a través
del lenguaje. El arquetipo de árbol es un artificio del espíritu pues para
comunicarnos segmentamos. Esta representación es su matematización, es
desnaturalizarlo y espacializarlo y darle ciclos. Las dificultades de
representación son para todos, pero la percepción individual del tiempo le
imprime diversidad y su velocidad cambia para cada uno. Es percepción subjetiva
de la duración y todos la experimentamos. Si pensamos en el tiempo es que nos
aburrimos. Concentrarse en detalles hace que todo se torne interesante y vuela
el tiempo.
Este tiempo particular es muy difícil de atrapar, más que el tiempo objetivo. La percepción subjetiva es el tiempo en duración y el tiempo filosófico. Es el carácter relativo del tiempo. Es también tiempo psicológico. La naturaleza del tiempo es noción de memoria, recuerdo y rastro. A través del pasado podemos prolongar el tiempo de la experiencia y reconstruimos. Reescribimos así la realidad. El pasado está ahí y es historia que llega al presente. Somos resultado de nuestro pasado. El tiempo es conservar el pasado en el presente. Tiempo es esta evolución, eres en función de esta conservación tu identidad y conciencia de ti, gracias a la memoria. El tiempo es lo que nos permite transformarnos. Hay un antes y un después, son los cambios los que involucran tiempo. Lo que hay entre, es en realidad lo más importante, el proceso, el tiempo entre y no sus efectos que es lo que se nos muestra. El tiempo antes que nada dice Bergson es lo que hacemos de él y el recuerdo que será. No es un adversario como decía Baudelaire, es más bien un aliado. Somos llamados a asistir el espacio de la transformación y el tiempo es nuestro deber hacerlo vivir. Para hacerlo vivir nos diría Levinas, debemos llenarlo del tiempo del otro y darle ese sentido en dirección al rostro del otro en un tiempo sin tiempo del encuentro cara a cara donde el alma se eleva y eterniza. En la última fase levinasiana, la alteridad es hacia lo divino. Lo infinito entendido desde las meditaciones de Descartes se abre a través del rostro del otro. El tiempo comienza en Levinas hacia el futuro y se regresa al pasado, un poco siguiendo el paso de la ontología a la ética del otro, para terminar en un énfasis en el presente y la acción para servir al otro en su tiempo que es el instante dos. En el instante uno el ser se mira y reconoce en un mundo sensible, en el pienso y luego existo de Descartes para después dar su tiempo al rostro del otro y a través de él servir a Dios. Entrar en su infinito en el tiempo sin tiempo que es atisbo de la redención. En Diacronía y representación se abre la dimensión ética, la justicia, la responsabilidad y el otro que llevan a lo sagrado y no a la historia de Hegel. La historia, el pasado para Levinas es un punto de partida para comprenderse en el mundo sensible del instante uno y llegar al instante dos del otro, el verdadero fin. Es moverse hacia la conciencia y ayuda y ser para el otro en responsabilidad reconociendo nuestras deudas con el otro en todo momento y después de la violencia vivida en este planeta y el límite excedido del pensamiento centrado en el ego, el llamado es hacia el otro nos dice Cohen en su prólogo del tiempo y el otro de Levinas. Es como nos dice el tiempo del otro en esta pandemia, de dar y de la conciencia para regresar a la humildad y deshacernos de los espejismos superficiales que nos mantienen presos del sinsentido existencial anclado en el materialismo.
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