Entrevista con “Le précepteur”, tiene 16000 abonados
a su cadena. Habla de él y de su trabajo, de la filosofía en él. Su primer
trabajo fue ayudar en mudanzas y después empezó a estudiar filosofía, pero no
le molestaba nada el trabajo manual y le gusta el box, nos cuenta. Era bueno en
ese trabajo y le gustaba combinar cuerpo y alma. Fue bueno para su estima y
para hacerse adulto. Es importante que trabajen los chavos, piensa. Es la
posibilidad de que tomen confianza en sí mismos. Entonces trabajó en un nuevo
trabajo en una empresa con muchos empleados. Fue un reto y entró en la parte
del reconocimiento profesional. Alternó trabajo y estudios. Tenía beca y su
trabajo y vivía con sus padres. Podía pagar sus gastos y eso le hacía sentirse
bien. Hacerse adulto es trabajar y pagar los propios gastos. Los otros estudiantes
hablaban de justicia y proletariado desde lo hueco porque no trabajaban y no podían
saber nada de la realidad ni de la realidad del proletariado. No tuvo
vacaciones en esa época. El trabajo es obligación y responsabilidad. Lograr hacer
coincidir la pasión y el trabajo es importante. Es formativo el trabajo. El que
no trabaja no tiene consciencia del trabajo y se convierten probablemente en flojos.
La autodisciplina viene mucho a través del cuerpo que se somete. El motor de la
vida nos debe llevar a cumplir nuestros objetivos. Debemos buscar levantarnos
motivados de la cama todos los días, nos dice. Debemos buscar lo que nos hace
despertar y levantarnos de la cama todas las mañanas, es un objetivo de vida. Debemos
decidir de propia cuenta lo que buscamos. Debemos ir al extremo de nuestros
errores, continúa diciéndonos. Acompañar a otros en su camino es importante.
Debemos seguir la propia ruta. Me hice adulto más rápido que otros, considera. El
buen sentido es tomar en cuenta la consecuencia de nuestros actos. No le gusta
el trabajo mal hecho y ello puede bloquear ciertos caminos. No soporta los
errores ni las imperfecciones y sabe que debe trabajar en ello y debe avanzar
en sus marcos rígidos de acción. Siente que ahí va, paso a paso, con objetivos
alcanzables. Su dominio de educación es también transmitir y quiere dejar saber
quién es y cómo trabaja y de dónde viene. Cada uno tiene su potencial y podemos
revelar potenciales en otros y hacerlos avanzar en sus caminos. Podemos
interactuar con otros y hacer emerger lo mejor en cada uno. Él quiere inspirar
a otros. No le gusta hablar a una cámara, piensa que en realidad habla para
alguien al otro lado de la cámara. Él nos dice: “puedes hacer surgir lo mejor
en otro y de ahí vendrá aparejado lo mejor en ti”. Me gusta mucho cómo agrega
al otro en su discurso que también me estaba resultando hueco sin su presencia.
Pensé en el concepto que trabajé en mi libro Tu horizonte en mí,
publicado y disponible en Amazon. Es ese concepto de hacer surgir en el otro su
“Yo ideal” y plantearnos cada vez más sus aspiraciones como prioritarias y más
importantes que las nuestras. Como mujer, en una familia de corte muy
tradicional, me casaron, y ahí terminó mi beca por estudiar de tiempo completo
para formarme como investigadora. Siempre di clases de pintura a niños y de
francés y mi ingreso era muy poco y muy poco valorado en mi medio. Me ha
costado mucho la parte económica y hago enormes esfuerzos ya divorciada por
comprender el mundo material y valoro mucho estas ideas. Sí pienso que caemos
en el error en nuestras sociedades de no poner el horizonte de desarrollo del
otro antes que el nuestro como objetivo desde muy temprana edad. Desde pequeños
el dulce y el juego son primero para el yo que se torna insaciable. Espero
podamos revertir estos procesos y tomar en cuenta lo que dice esta valiosa
entrevista.
Abrir nuestros alcances y compartir la luz
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