El otro en Levinas
¿Quién es el otro, en la filosofía de
Lévinas?
El otro es el que está junto a mí, el más próximo,
el más cercano y está en un contexto o en una cultura determinada, en un país o
en una región determinada.
¿Dónde yo veo al otro?, ¿en qué momento el otro se
manifiesta? El lugar privilegiado donde el otro se manifiesta es el rostro,
es aquí donde el otro hace su epifanía, se manifiesta tal como es. En el rostro
es donde el otro se manifiesta en su total desnudez que es indigencia y me
interpela, me exige respuesta y que me responsabilice por él. El rostro del
otro se me impone sin que pueda hacerme el sordo a su llamado, sin que pueda
dejar de ser responsable de su miseria.
La exigencia que llama a responder por el otro es
tan fuerte que la conciencia pierde su primacía, el yo pierde su identidad
consigo mismo, tiene que salir de sí mismo hacia el otro, donde el otro
sustituye mi yo y donde ahora yo soy yo-otro. Es decir, el otro me invade y no
se da un tú-yo como en Buber. El otro me apresa, devengo su rehén.
Se
nos abre así la posibilidad de escuchar realmente desde este dejarnos poseer y
devenir responsables en un eco del otro para asistirlo.
Somos
portavoz de las necesidades del otro. Esta idea me invita a pensar en la
expansión hacia el Uno comenzando por el otro, sumando conciencias individuales
y transcendiendo la materia. Es de hecho lo que piensa Levinas, que el rostro
es el puente a Dios, pero en un paso anterior, imaginé la posibilidad de suma
de conciencias individuales también y en la parte trasera de mi mente tengo la
idea de la pareja de autores que trabajan juntos y han perdido noción de qué
dijo quién en su escritura (Falaise y Boël, 2020).
Y es que, ser yo en esta filosofía
levinaseana significa ser infinitamente responsable del otro, una tarea que no
he elegido yo, sino que, se me ha impuesto fuera de mi tiempo, antes de que yo
naciera, por tanto, en esta tarea soy insustituible, nadie puede responder en
mi lugar, no puedo sustraerme a la responsabilidad que tenga hacia el otro,
filosofía del otro, volviendo al planteamiento Levinasiano puro, de quien tengo
que dar cuenta. Ello me lleva a preocuparme por la pobreza, la miseria y el
hambre de muchos, situación ante la cual el otro hombre, el hombre humano no
puede dejar de responder en bien de ellos.
Joé Bousquet au lit, Jean Dubuffet, 1947, MoMa.
Dubuffet pinta a su amigo confinado a su cama por una herida de guerra y nos recuerda nuestra responsabilidad con todo otro y que debemos ver al rostro más allá de su aspecto físico.
De
esta manera, a través de uno, del otro, llegamos al muchos. Y me preguntaban en
una entrevista de radio, ¿cómo llegamos de ese uno, al muchos? Y es que no hay
manera de evadirse si realmente nos entregamos al otro, llegaremos al Uno, a
Dios, y en lo concreto, materialmente en esta tierra a los muchos. Y en sentido
inverso, de no abrirnos realmente al otro, de no aprender a escucharlo,
permaneceremos en nuestros monólogos y nunca llegaremos al bien común, a ser
incluyentes, al verdadero humanismo, a lo que somos llamados como humanos que
trascienden los impulsos animales. Porque, ¿quién es fuerte? preguntan los
sabios del Talmud, el que domina sus impulsos.
El otro hombre también somos nosotros, es que somos
seres espirituales teniendo una experiencia física en la tierra, cuerpo y alma.
Y cuando aterrizamos al cuerpo, a lo material, nos encontramos cara a cara con
el otro y corremos a ayudarlo. Debemos asistirlo si es fácil o difícil para
nosotros, y correr como si se tratara de nuestra última oportunidad para
ayudarlo.
Entonces,
vemos que en esta dimensión podemos definirnos en función del otro y de lo que
nos pide incluso no de manera directa. Aterrizar la filosofía es posible al
entregar los conceptos elevados a todo otro y lograr su bien. Es verdad que no
es tarea sencilla hacer los vínculos adecuados y aterrizar conceptos elevados.
Si resuelves sólo el cotidiano te quedas a medio camino, si resuelves sólo lo
espiritual, también. Un humanismo integral se debe preocupar por el otro de
manera integral, más allá de resolver su inmediato. Si queremos un humanismo
incluyente centrados en el otro como Levinas propone podemos lograrlo, esa
filosofía suya que se centra en el otro tiene mucho que aportarnos para lograr
el bien común. Y sí necesitamos hablar de qué es el Bien, de conceptos
elevados, de filosofar, pero para aplicar estos conceptos y aterrizarlos en el
otro, en el rostro que me interpela. No conozco su color de ojos, pero sé que
son ventanas a su alma, llamado divino a mi acción.
Lo pinté para un poemario de la historia bíblica de David y Batsheva. Aquí el rostro más allá de lo físico de Batsheva, permeando sus emociones y pidiendo ayuda. Tendremos que responder.
Lo pinté para un poemario de la historia bíblica de David y Batsheva. Aquí el rostro más allá de lo físico de Batsheva, permeando sus emociones y pidiendo ayuda. Tendremos que responder.
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