Lo
sagrado para Levinas
Lo sagrado sería escuchar profundamente lo que
pasa, aceptarnos imperfectos y aceptar la angustia propia de la existencia sin por
eso huirle ni dejar de enfrentarla. Levinas dice que no queremos aguantar la
angustia de sabernos incompletos ni enfrentar la entrelínea que dice mucho y
sugiere de diferentes maneras en un grito ahogado pide ayuda sin decirlo
directamente.
En
tiempos de crisis lo sagrado para Levinas entonces no se encuentra en un retiro
espiritual, sino en la mirada del otro que nos aproxima a Dios y nos lleva a la
acción. Escuchar a Levinas nos ayudaría a actuar más y mejor para ayudar a todo
rostro que se acerca a nosotros.
Lo
sagrado sería atrevernos a mirar su alma y descifrar sus necesidades reales y
no de las que se queja y trata de explicar una y otra vez. No ponemos atención.
Escuchar es ser capaces de hablar menos para penetrar la mirada del otro pues
ya hemos hablado demasiado como hemos comido demasiado (Nehmad, 2019).
Deberíamos centrarnos en cada momento en que en cada acto que hagamos construya
un mejor futuro para todo otro. Estaría bien que esta manera de ser nos emanara
de manera natural y sin tanta reflexión, ¿cómo ponernos en ese lugar sagrado
que nos corresponde?
¿Acaso
hemos sentido la elevación espiritual que da la simple escucha?
Lo sagrado se encuentra en el rostro del otro, en
la posibilidad de abrirnos a él y asistir al otro que nos interpela, a Dios
revelado en el rostro del otro.
Levinas
En “De Dieu qui vient à l´idée” nos dice, “El sentido significa no sólo
exclusivamente bajo la figura de significantes-cosas, signos, palabras-
regresándonos a significados; el sentido significa, más antiguamente, a partir
del rostro humano, como cuando decimos significar un orden u ordenar.
¡Significatividad original del rostro penetrando sin descanso sus formas
plásticas y representadas que sin descanso se encierran en la voz silenciosa
del mandamiento significado! Despertar y devoción suscitadas en busca de un yo
liberado de sí mismo, liberado para el otro, aún si nos entercamos en
entenderlo como representación y conciencia de sí” (Levinas, 1992).
Vemos cómo comprender profundamente a Levinas es
una tarea retadora. Sin embargo, considero importante aterrizar sus conceptos
que parecen inaccesibles para tratar de practicar lo que propone. No es
descabellado ni impracticable. Lo más seguro es que nos evadimos para no
evolucionar hacia el nivel de conciencia elevado que nos invita a experimentar
en libertad (aceptando la angustia del libre albedrío), acercándonos al otro
que no es más que reflejo del Rostro divino.
René Magritte, faux miroir, 1934, MoMa.Se trata de dar sentido a los significados a partir del rostro que nos interpela para asistirlo y cumplir con nuestra misión existencial. En esta pintura veo reinterpretándola el infinito que me abre la mirada del otro. Es sólo en la oportunidad de ayudar al otro que conseguiremos realizarnos y en realidad si nos abriéramos a la propuesta levinasiana, seríamos los más egoístas y a la vez, los más altruistas formando el Uno que vinimos a materializar.
Lo
sagrado no es evadirse a una cueva perdida, es aceptar las limitaciones
terrenales del cuerpo y la angustia que deriva de enfrentar la dimensión
terrenal de la existencia y estar presentes. Ser nosotros mismos y no cubrirnos
de máscaras evasivas.
Para Levinas “Ser verdaderamente sí mismo no es
retomar el vuelo fuera de las limitaciones, siempre extranjeras a la libertad
del Yo; por el contrario, tomar conciencia del encadenamiento ineluctable,
único de nuestro cuerpo; es sobre todo aceptar este encadenamiento…” (Levinas,
1982, p51).
En el encuentro con las propias limitaciones
encontramos que el vuelo real está en el infinito del rostro de todo otro. Lo
sagrado es este infinito, es el otro. Ese rostro me permite pues liberarme,
elevarme y encontrar lo sagrado. Para Levinas la crisis estuvo representada por
la shoah, para cada uno de nosotros por diferentes aspectos a nivel micro y
macro que ya no logran sostenerse y amenazan con destruir el planeta y a toda
forma de vida de diferentes maneras. Levinas nos ayuda a ejercitar nuestra
escucha y revertir estos procesos.
El estudio de las escrituras para Levinas es
también un encuentro cara a cara con todo otro pues así fue para Moisés con
Dios. El encuentro cara a cara de Moisés con Dios significa que discípulo y
maestro se inclinaron los dos hacia la misma lección talmúdica, dicen los
sabios (Levinas, 1963 y 1976, p54).
Vemos aquí nuevamente ese encuentro con el Rostro
divino que bien podría ser el de cualquier persona con el rostro del otro y en
este caso a través del estudio de un texto, quizá también entendido como otro
por excelencia, como un tercero mediador, como puente.
Nos dice Levinas en Difícil libertad: “Los
ángeles protestan cerca de Dios: ¿Vas a dar agua a Agar y a Ismael, ese que después
hará sufrir a Israel? ¿Qué importa el fin de la historia? Dice el Eterno. Yo
juzgo a cada uno por lo que es y no por lo que devendrá. La eternidad del
pueblo judío no es el orgullo de un nacionalismo exacerbado por las
persecuciones” (Levinas, 1963 y 1976, p 302). Estar presentes en cada momento
es lo que se nos pide para elevarnos, la santidad es presencia, minuto a
minuto, es dar y actuar en consecuencia a cada instante de nuestras vidas sin
la evasión que nos acecha. Nos perdemos en cualquier distracción para que el
tiempo pase sin nosotros dentro. Después, pasan los años y notamos que no
estuvimos presentes para asistir al otro.
Desprende
de ello Levinas:
“La
independencia de la historia afirma su derecho que posee la conciencia humana
de juzgar un mundo maduro en todo momento para el juicio, antes del fin de la
historia e independientemente de este fin, es decir, un mundo poblado de
personas”. Las personas son rostros con infinitos dentro no encasillables
(Levinas, 1963 y 1976).
Ser judío es entonces para Levinas ser persona
ética que regresa a las escrituras para comprender el mensaje divino ético y
actuar de acuerdo con él. En el rostro del otro podemos encontrar su necesidad
de agua y dar sin importar lo que fue o lo que será. Dar porque es lo correcto.
Lo sagrado es lo correcto. Ese acto simple nos elevará en todo momento. ¿Cómo
llegamos a ese acto manifestado de dar y saber qué dar y cómo darlo? Para
Levinas, en primer término, debemos escuchar, pero aprender a escuchar
profundamente no es tarea sencilla y de ahí, ser capaces de asistir y asistir
adecuadamente nos obliga a estudiar y entender qué es el bien y cómo hacerlo
posible para todo otro.
No es ni siquiera lo que el otro dice necesitar
necesariamente lo que debemos darle, es darle lo que sabemos que le hará bien.
Se trata también de someterse al juicio de un tercero en todo momento para
volver a cuestionar nuestra ayuda y evaluarla, lograr realizarla mejor, de
manera menos egoísta a cada paso.
Levinas nos propone acercarnos a lo sagrado de otra manera, elevando la mundana terrenalidad existencial a través de la mirada del otro y actuando para asistirlo. Ello se traduce en estos momentos de pandemia en particular en quedarse en casa y estar con la familia nuclear aprovechando dicha convivencia y acercamiento para pulir relaciones. También podemos aprovechar los intercambios virtuales y los momentos de pausa para repensar nuestra acción más consciente y dadivosa en el planeta.
Luz en el otro,
Luz para otros.
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