Nos dice Levinas en Totalidad e infinito (ensayo sobre la exterioridad basado principalmente en la fenomenología Husserliana, en el ser y el tiempo de Heidegger, en Bergson, en Buber y en Rosenzweig), que su libro defiende la subjetividad la cual descansa en la idea del infinito. El infinito se abre a partir del otro, desde la exterioridad. El infinito se abre a través de la relación entre el Mismo y el Otro. En la indefinición de la identidad surge la revelación, el infinito es así no egoísta, no etiquetable. Levinas busca en este libro la exterioridad radical. La generosidad en esta relación por lo deseado y el hambre de cercanía nutren el deseo. Se trata de un deseo metafísico de aproximación al otro. Y de ahí prevenir el acto negativo en la búsqueda de libertad. La relación empuja desde lo concreto al cambio de identidad del yo que se redefine siendo para todo otro. Me parece importante reflexionar sobre estos aspectos y buscar en el otro el puente al infinito, desde las relaciones éticas y el deseo bien dirigido. Somos en transformación. Somos para. Sostenemos y avanzamos con conciencia y apertura, en paciencia. La aproximación metafísica es asintótica y llegará desde la fe y la acción que nos sabe solitarios y en vinculación cercana.
Aproximación metafísica al otro desde el fuego surgen ventanas de vinculación
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