Nos dice Levinas en Ética e infinito que comenzamos a pensar a través de la lectura de libros cuando vamos dando forma a nuestros traumas y búsquedas, a la monotonía del tiempo en nosotros. Se trata de todo tipo de libros y la literatura cumple un rol central en este proceso de lectura. No es que aprendemos palabras, nos dice, aprendemos de la vida ausente, utópica a la cual queremos acceder. El libro deviene manual de vida y la Biblia deviene para él el libro por excelencia. Podemos hablar de nuestros libros como si no los hubiéramos escrito y fuéramos sus primeros críticos, nos pregunta Levinas en su prefacio en totalidad e infinito. En un puente entre el lector y el escritor, en el prefacio se desdice lo dicho, en todo libro leído quizá, y el lector lo completa. Los libros son así, herramientas de vida que cuestionan y acompañan nuestros procesos existenciales efímeros, sus letras son eternidad y queremos tender a través de ellas hacia esa eternidad que nos invitan a experimentar en atisbos, nos liberan y redimen en sus parábolas.
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