En cuanto al cuerpo y el alma, a la salud y enfermedad, al deseo, placer y dolor, hay mucho que decir. Nos adaptamos a nuestros dolores y hay un juego entre el cuerpo y el alma, el deseo de vida y la depresión alrededor del dolor. Las relaciones que salvan o ignoran, la necesidad de ser escuchados, de sentirnos apoyados, de tener fe y no ser indiferentes al dolor de otros. La empatía es central, pero no podemos saber hasta qué punto nos devora la depresión y el malestar del otro o lo podemos asistir. El tiempo de espera es muy importante para digerir y procesar enfermedades y apoyos. Estar para todo otro en presencia y apoyo, tratando de no violar su intimidad. Se trata ante todo de tener fe y alegrar, de ayudarnos y salir adelante en unión, integrando dentro y fuera, cuerpo y alma, pienso que ayuda el sentido de vida, las rutinas, ir caminando y resolviendo en alegría y amor. Dejarse despertar e integrar en paciencia y color.
El amanecer es el fresco retorno de luz y equilibrio, las ganas de vivir y de traer luz al mundo y ayudar. Alejarnos de todo estereotipo y avanzar sin etiquetar, aprender del pasado y dejarlo atrás, caminar hacia, renacer, luchar por la vida, purificarnos yendo más allá de nosotros mismos, en especial hacia el otro en entrega y aceptación, en humildad y apertura. En la experiencia de la pérdida tenemos la oportunidad de renovarnos. Nos curamos nosotros mismos y con la ayuda de otros. Las metáforas nos ayudan a sobrepasar las enfermedades, la imagen de la prueba ayuda. También es como emigrar a otro país y comprender las nuevas formas de la enfermedad. La enfermedad es un nuevo trabajo que toma tiempo para trabajar desde esa novedad en nuestras vidas individuales y compartidas.
Integrarnos en amor y ayuda, en el deseo recuperado
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