Podemos pensar al tiempo de manera independiente a la muerte a la cual lleva la síntesis pasiva del envejecimiento, describir al tiempo de manera independiente de la muerte y de la nada del fin que la muerte significa, nos dice Levinas, pensar a la muerte en función del tiempo, sin ver en ella el proyecto mismo del tiempo. Pensar a la muerte para dar sentido a la vida e iluminar toda existencia en duración del tiempo, en experiencia. Es una aventura humana que promete a cada paso, es la esencia libre de etiquetas del ser más allá de su esencia etiquetable, ahí donde se abre al otro en exterioridad.
Aquí se abre el diálogo del alma con ella misma a través de la relación con el otro y la interrogación de su rostro, como dice Sartre, el otro es mediador.
La duración del tiempo dura en la mirada del otro. Escapar la dualidad Ser/Nada.
Es alcanzar un tiempo más allá de la conciencia y abrirse a él, a ese tiempo otro y confiar en él desde el instante, en libertad y entrega.
Podemos así ser capaces de crear cada día de nuestros días en la tierra desde la libertad y en agradecimiento, desde el descubrimiento en la mirada del otro y para él.
Así la existencia se abre a nosotros desde otro lugar, el lugar espiritual del otro al que vinimos a atender y contener.
Tiempo de vida resignificado en el rostro del otro
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