Grace Nehmad

lunes, 5 de diciembre de 2022

Cuento de Ana

 Ana quería explicar su propio comportamiento pero no lo lograba. Caminaba el empedrado que llevaba a su casa decepcionada de su círculo del deseo que regresaba a ella. Nada estaba escrito pero todo la regresaba al mismo punto de partida. ¿ cuál era la intención de vivir si no se daban avances en su existencia? Los círculos regresaban una y otra vez. Es cierto que nada pasaba igual, que habían muchas diferencias, pero nada sustancial cambiaba y cada vez comprendía menos. En sus cuentas y reflexiones nada parecía tener sentido porque no quería vivir por día, le gustaba hacer planes y proyectos, desear y cambiar su entorno, provocar energía luminosa en los demás, hacerlos vibrar, ayudarlos, pero si nadie cambiaba, si la depresión los superaba, ¿cuál era su función en el planeta? Sólo estar en el mundo y no generar esperanza y acción en los demás, le parecía desastroso. Un café siempre la reanimaba, su calor le daba fuerzas, un espacio se abría en su historia y podía ser diferente, se reinventaba y creía poder cambiar dejándose ser por unos instantes inmersa en el aroma del café. Después la alcanzaba de nuevo la monotonía, la hostilidad de su entorno, los desacuerdos entre su familia y amigos que no daban luces de salida y en especial, el vacío que se extendía hasta las transformaciones regresivas. Los tiempos cortos se estancaban y sólo quedaba vivir por vivir y por debajo a veces , la cólera de saberse presa de la falta de avance. Las dudas y la angustia la dominaban y ya ni su escepticismo la salvaba de saberse estancada. Como ya se iba sintiendo muy mal, suponía que eran la llegada del invierno o los desbordamientos de las masas violentas en el mundo lo que la ponía de malas y la hacía no creer en nada. Entonces se dejó transformar por una idea nunca antes contemplada, amó la posibilidad de las ideas eternas, viejas y nuevas, creativas con nuevos mundos dentro. Su idea llegó a ella justo al llegar a casa, se le ocurrió romper esos círculos repetitivos dejándose ser con mayor libertad. Sí tener un plan de vida y luego abrirse a lo que pasara. Notó que antes no probó esa opción porque estaba acostumbrada a ser muy activa y a las respuestas inmediatas. Esta vez extendería sus planes sin miedo a la muerte o a lo que pudiera traer el mañana. En lo permanente, su casa, estaba dispuesta a abrirse a una nueva forma de vida. Una idea remota rondó su mente y prometía romper círculos llenos de telarañas. Sonrío y entró a casa a encontrarse con lo mismo pero diferente.


Ana escaparía sus círculos viejos con esa nueva idea


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