Ser felices en
la vida es muy difícil y no debería serlo, pero debemos estudiar mucho y
experimentar para lograr la paz interior. La filosofía ayuda mucho. Epicuro
profundizó en el tema, pero se confunde con el hedonismo y el placer. No habla
de ello Epicuro, habla de evitar excesos. La idea que propone es acercarse al
placer y alejarse del dolor. El problema es que nos confundimos y de hecho la
pasión amorosa después puede doler mucho. Es por ello difícil amar en pareja desde
el equilibrio y la moderación. Deseo no es placer. El deseo es fuerza interior
que nos empuja, as poseer. El deseo es fuerza de carencia que se quiere
satisfacer. El placer es la consecuencia de satisfacer el deseo. Epicuro habla
de deseos naturales como la comida sana o el deseo sexual que nos lleva al otro
para reproducirnos. Pero hay deseos naturales no necesarios y ellos nos
desequilibran. Estos deseos pueden satisfacerse con moderación dice Epicuro.
Finalmente hay deseos no naturales y no necesarios que nos llevan al
consumismo, se trata de deseos vanos, en realidad nos degeneran como humanos
que no dominamos estos deseos, son patológicos y nos llevan a la adicción. En
estos deseos ya nada nos satisface. Así debemos dominarnos en equilibrio y
razón. A menudo perdemos los equilibrios y filtros que llevan a adicciones y perversión.
Estas desviaciones son el problema de las apariencias y lo que nos aleja de la
verdadera felicidad, libre de pasiones descontroladas. Claro, en el extremo
también nos perdemos. Debemos controlar nuestros deseos pero vivir intensamente
desde el equilibrio y la pasión enmarcados. En especial para asistir a todo otro
sin buscar controlarlo.
Nos toma una vida equilibrarnos, vivir intensamente, y amar con pasión, sin perversión, con orden y límites sanos, en disciplina y entregarse al amor sin perderse, el otro al centro.
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