La
representación de la memoria y de la historia no es responsabilidad por el
otro, nos dice Levinas. La orden de asistir al otro es anterior, es una
fraternidad previa. Un compromiso con el rostro del otro que me vence y escapa
a toda representación presente de sincronía, es diacronía, es la gloria del
infinito que se abre en el rostro del otro y me lleva a asistirlo. En una
pasividad subjetiva, se da un significado por el otro en un juego del lenguaje,
significación pura. Nada dicho equivale a la sinceridad del decir, de corazón,
en aproximación al otro. Es el “Aquí estoy” bíblico. Es un elegido que responde
al otro en amor. La problemática de la otredad nos trae esta responsabilidad y
elección de ser para. Desde esta filosofía de la otredad tocamos el infinito,
leemos el mundo desde esta perspectiva levinasiana en referencia al otro y para
servirle. Tomamos este marco conceptual y lo aplicamos a nuestro enfoque de
vida. La tesis fuerte del otro de Levinas es que si hay otro, ese otro me
excede y es imposible, es exterioridad. Si somos tolerantes al otro ya no
accedemos a él y lo controlamos. No podemos coptarlo, en el acto de coptarlo,
lo perdemos. El otro debe excederte. Previamente buscas y es egoísta, quieres
dominar y priorizas lo tuyo, tu mismidad. No te sales de tus estructuras
mismas. El encuentro primario es con los propios, ¿por qué le damos tanta
fuerza a la sangre? La misma patria se sostiene en esto y la tribu es la
cultura y se termina en el oasis si te abres al desierto, al movimiento que se
esfuma del otro. Sin embargo, no podemos ser pura libertad, la libertad debe tener
un orden, hay un ir y venir y ello es lo que excede a Levinas. Pero en realidad
es para él un dado pues él es ordenado, familiar, ortodoxo, director de
escuela, comunitario, por lo mismo, hace una reducción fenomenológica del Mismo
para estudiar al otro. De lo que adolecemos es de la falta de hospitalidad y de
abrirnos al otro. Te dejas invadir por el otro y te abres a su misterio, esa es
la idea central levinasiana. En general, no sabemos hacerlo y nuestra tendencia
es depredadora y controladora. Ello tampoco quiere decir abandonarse pues ello
al final, estaría muy lejos de querer ayudar al otro pues sería imposible. Sin
embargo, entre más logremos sacar al yo de la jugada, en general, realizamos
más nuestra misión existencial de ayuda a todo otro y ello nos elevará y elevará
toda existencia.
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