Grace Nehmad

martes, 12 de julio de 2022

En el decir de corazón

 

 

La representación de la memoria y de la historia no es responsabilidad por el otro, nos dice Levinas. La orden de asistir al otro es anterior, es una fraternidad previa. Un compromiso con el rostro del otro que me vence y escapa a toda representación presente de sincronía, es diacronía, es la gloria del infinito que se abre en el rostro del otro y me lleva a asistirlo. En una pasividad subjetiva, se da un significado por el otro en un juego del lenguaje, significación pura. Nada dicho equivale a la sinceridad del decir, de corazón, en aproximación al otro. Es el “Aquí estoy” bíblico. Es un elegido que responde al otro en amor. La problemática de la otredad nos trae esta responsabilidad y elección de ser para. Desde esta filosofía de la otredad tocamos el infinito, leemos el mundo desde esta perspectiva levinasiana en referencia al otro y para servirle. Tomamos este marco conceptual y lo aplicamos a nuestro enfoque de vida. La tesis fuerte del otro de Levinas es que si hay otro, ese otro me excede y es imposible, es exterioridad. Si somos tolerantes al otro ya no accedemos a él y lo controlamos. No podemos coptarlo, en el acto de coptarlo, lo perdemos. El otro debe excederte. Previamente buscas y es egoísta, quieres dominar y priorizas lo tuyo, tu mismidad. No te sales de tus estructuras mismas. El encuentro primario es con los propios, ¿por qué le damos tanta fuerza a la sangre? La misma patria se sostiene en esto y la tribu es la cultura y se termina en el oasis si te abres al desierto, al movimiento que se esfuma del otro. Sin embargo, no podemos ser pura libertad, la libertad debe tener un orden, hay un ir y venir y ello es lo que excede a Levinas. Pero en realidad es para él un dado pues él es ordenado, familiar, ortodoxo, director de escuela, comunitario, por lo mismo, hace una reducción fenomenológica del Mismo para estudiar al otro. De lo que adolecemos es de la falta de hospitalidad y de abrirnos al otro. Te dejas invadir por el otro y te abres a su misterio, esa es la idea central levinasiana. En general, no sabemos hacerlo y nuestra tendencia es depredadora y controladora. Ello tampoco quiere decir abandonarse pues ello al final, estaría muy lejos de querer ayudar al otro pues sería imposible. Sin embargo, entre más logremos sacar al yo de la jugada, en general, realizamos más nuestra misión existencial de ayuda a todo otro y ello nos elevará y elevará toda existencia.


Podemos ser sensibles a la luz en el camino, en nuestro paisaje, desde la ayuda espontánea a todo otro desde la escucha y la apertura

No hay comentarios:

Publicar un comentario