El Zohar relata que Rabí Aba vio una persona que estaba durmiendo sobre una roca en una montaña debajo de un árbol. Llegó una víbora y se acercó sigilosamente al hombre que dormía; cuando estaba por morderlo, saltó un roedor del árbol y aniquiló a la víbora. Cuando despertó, vio que a su lado yacía una serpiente muerta. Se alejó asustado del lugar, y apenas se quitó, la piedra sobre la que estaba acostado, se desgajó y cayó al abismo… por segunda vez se había salvado su vida. Rabí Aba corrió hacia el hombre y le preguntó, “¿Qué méritos tienes para salvarte dos veces con milagros tan abiertos?”. Respondió que él tenía por costumbre no irse a dormir con enojo hacia alguien (Musar semanal).
Me parece muy importante relajarme unos minutos antes de dormir, después de decir el Shemá, recorro el cuerpo y libero toda tensión, todo lo que no me gustó o no comprendí de mi día. Veo los rostros de los seres que acompañaron mi día y les agradezco su luz, veo lo positivo en ellos. Vuelvo a la respiración, soplo de vida originario y de esta manera agradezco el día transcurrido y observo los avances y lo que queda por hacer. Me entrego al sueño sin cuentas pendientes, en amor y paz. Los brazos del universo me reciben para un descanso profundo y me digo, mañana Dios mediante, le sigo.
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