Deuteronomio 16:18, « Pondrás jueces y alguaciles para ti en todas las ciudades que el Eterno tu Dios asigna a tus tribus y juzgarán al pueblo con juicio justo. No torcerás el derecho… ni admitirás sobornos… porque el soborno ciega… ».
Necesitamos autovigilarnos en todas nuestras puertas, nuestros sentidos. Y es vigilar a nuestra gente a través de nosotros. Cuidarnos unos a otros y superarnos, presentarnos ante Dios con el corazón desnudo y no torcernos, no distraernos, desviarnos. Ir hacia el objetivo con las puertas libres de lo que pudiera contaminarlas. El soborno es un contaminador importante y está en cada esquina, es material, es actuar por interés y no desde el corazón puro y abierto, sincero. Es todo un reto cumplir estas tareas. El objetivo es el otro, aproximarlo, asistirlo.
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