Grace Nehmad

martes, 3 de agosto de 2021

Pragmatismo político, pero con el otro al centro

 

Maquiavelo

Su nombre nos dejó una idea de él, pero está mal comprendida la relación con su autor. Maquiavélico es visto como de mala intención, pero él no quería hacer el mal, él lo que quería es conservar el poder y el mal lo veía como aceptar la realidad. Los ciudadanos deben interpretarse como son, somos incapaces de hacer el bien porque lo que nos mueve como humanos es el interés y el egoísmo. Es aceptar el egoísmo humano y apoyarse en él para hacer funcionar el poder y el gobierno. Es saber de las pasiones humanas para poder controlar al pueblo. La república de Platón quería materializar el bien. San Agustín describía dos sociedades, la del egoísmo y la otra es para elevarse a Dios. La segunda sociedad es de Dios y vida eterna, esta sociedad es tránsito a Dios y busca hacer el bien. Pero Maquiavelo invierte el mundo, la idea del bien no es el descanso del arte de gobernar que fracasará porque así no se puede conservar el poder porque los hombres no son virtuosos.

En la modernidad vamos hacia el pesimismo antropológico, en esta idea es aceptar el egoísmo del hombre y aprovechar los vicios del hombre para mantenerse en el poder. Hobbes tiene también este enfoque pesimista donde el hombre cede sus derechos al estado porque sabe que es malo por naturaleza. Maquiavelo sabe que se trata de permanecer en el poder y no necesita decir la verdad, usa las apariencias a su favor. Se domina al pueblo y a sus humores o emociones y sentimientos principalmente a través de las opiniones. Se trata de hacerle creer que el gobierno va con sus intereses y no importa si eso es verdad. El objetivo es mantener el poder y no hacer el bien. Maquiavelo es realista, estratégico y no moral, es pragmático y es política realista. Se trata de ser eficaces y no es inmoral, es amoral, es diferente. No le importa la trascendencia. Se trata de consolidar el poder y no del bien y del mal. El hombre debe ser flexible y aceptar el nivel pragmático de la existencia para conservar el poder.

El gobernante no tiene por qué cumplir sus promesas pues es pragmático. ¿Pero la razón del poder así planteada tiene sentido para ideales superiores de verdadera conciencia en responsabilidad con todo otro?

Me parece que es positivo ser realista y aceptar los intereses egoístas del hombre, pero tampoco es el extremo y mantener el poder por el poder mismo y tampoco se puede ir por encima de todo otro y por lao valores éticos de convivencia. Me gusta el despertar del pragmatismo y de la idea de tener decisiones propias y no caer en el determinismo, pero tampoco se puede exagerar y olvidar los objetivos de vida y justificar al mal en supuesto beneficio. Los objetivos son el otro y su asistencia al estilo levinasiano. Ello es nuestra guía y no el conservar elñ poder que caería en ser un interés egoísta a su vez.


Lucha pragmática pero con el otro al centro, para todo otro


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