Grace Nehmad

jueves, 26 de agosto de 2021

Sentido existencial dirigiendo el amor, nuestras pasiones

 Schopenhauer era un pensador especial en vida y obra. Atacaba a los que no apreciaba su pensamiento como a Hegel que lo veía como del estado, coptado. El mundo lo veía Schopenhauer como  el mundo y su representación. Es apariencia, pero sí hay causa y efecto. Es una visión materialista y nuestro autor añade el espacio y el tiempo, aquí nos representamos en temporalidad y con pasado, presente y futuro. El instante es lo que existe y es el infinito y su representación. La voluntad escapa a nuestras categorías intelectuales y es fuente de nuestro mundo físico y lo que anima la expresión del mundo de la representación. Voluntad es ser íntimo y su representación es lo exterior, la superficie de la voluntad. Por eso conocemos la superficie del mundo, su representación, pero no su voluntad. El mundo de representación es ilusión. Comprendemos el cómo del mundo, pero no el por qué, el sentido. El mundo de la voluntad se manifiesta a través del mundo de la representación. La vida es a través de nosotros y no sabemos su finalidad, se perpetúa a través de nosotros como voluntad que es energía. La forma se manifiesta en nosotros y no tiene lógica ni sentido y es lo trágico de la existencia para Schopenhauer. Trabajamos para perpetuar una vida que no entendemos y es fuente de sufrimiento que nos escapa. Somos la expresión de la voluntad y deseamos vivir con un amor ciego a la vida sin saber por qué. El amor es ilusión y es para perpetuar la especie según este autor. El amor perpetúa la voluntad, la vida. Amor para nuestro actuar es deseo sexual para perseverar. El hombre tiene conciencia y el animal, no. El hombre es afectado por el deseo sexual y se deprime por no comprender. El deseo sexual es laberinto y es acto sexual hipócrita para nuestro autor. Los sentimientos esconden esta verdad de reproducción animal que tenemos. Nuestro ego no lo aceptaría. El amor es el escondite de las relaciones conyugales que son primitivas y nos reproducen y perpetúan. Nuestra bestialidad es irracional, deseo sexual en el mundo de la representación de la voluntad. La voluntad se deja ver y revela en el deseo sexual. La procreación es el objetivo de la voluntad y es ignorado por los amantes. Para el autor tenemos que parar de reproducirnos y terminar con el sufrimiento. Mientras tanto, nos invita a aprovechar la vida. Estoy de acuerdo, pero la voluntad para mí es divina y es real que quizás no conocemos los detalles de los objetivos divinos pero dentro del judaísmo habrá una redención. No es verdad que el deseo es sólo para reproducirse porque las relaciones sexuales se dan también sin fines reproductivos y en matrimonios hasta altas edades ya tampoco para la reproducción. Para mí manera de ver, el deseo es amor con fines de elevación espiritual y es necesario dirigir sus energías para no salir lastimados. Existen marcos específicos para la expresión del amor. Están marcados y estipulados y es en el amor que el rostro del otro se me revela y me sacude por completo y me provoca cambios insospechados, nos diría Levinas. El otro es así objetivo de ayuda de vida y elevación, lugar íntimo en el cuál el sentido de nuestra existencia nos es revelado, trayendo luz al mundo y no sufrimiento y conociendo inclusive la redención final en la cuál todo nos será revelado.


Oscuridad que será revelada a través del otro en amor

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