Nos regresa mucho Nietzsche, el nihilismo en él
y su falta de moral. Nos golpea su respuesta al mundo moderno europeo que
hereda valores mortíferos. Desde Aristóteles. El hombre es destructor y violento,
pero no habla de ésto nuestro autor. Critica que rechazamos la fuerza vital.
Todo lo que existe es animado por una fuerza y es la voluntad de poder. Para él, debemos matar a Dios y a la idea de trascedencia que nos oprime y no nos deja ser en creatividad y libertad absolutas. Digamos que desde esa nada surge toda fuerza de vida libre de prejuicios Nos dice le précepteur. El deber
moral y amoroso es pasión y fuerza vital que pelea en nosotros. La vida es
movimiento y sin decir está bien o mal, es la vida como un hecho con todas sus
variaciones, protegemos o matamos en ella, vivimos sismos. Es torrente de
fuerza sin descanso. Vivir y abrazar la vida y glorificarla es lo que Nietzsche
defiende. Es vida de tragedia de pasión y razón, Apolo y Dionisos. Nietzsche
está con Dionisos, con la vida del cuerpo y su entusiasmo y expresión. La
civilización la rechaza desde la antigüedad. Con la idea moral del bien y nos
aplastan. El problema viene cuando tenemos que decidir cuál es el bien y cuál
el mal, ¿quién fija estos límites? El bien no es absoluto y eso lo critica Nietzsche.
Las ideas son producto de intereses y eso es limitante y negativo. Es hipócrita
sacar al cuerpo del juego moral interesado. Rechazamos la violencia porque no
queremos enfrentarla. Sancionamos un crimen, pero Nietzsche no quiere condenar
y reprimir la esencia de la vida. Es cierto para mí hasta cierto punto pues no
creo que es viable sacar fuera a todas las fuerza dentro de nosotros, sí
tenemos que aprender a canalizar nuestra energía y tornarla positiva. Para mí,
reprimirla es muy malo, es dejarla ser y fluir, pero llevarla al bien, dirigirla
hacia una creatividad constructiva y provechosa para todo otro. El otro al
centro es fundamental y no se trata de liberar lo que sea. Estar presentes y
conscientes en nuestros procesos creativos me parece central.
Como Moisés nos entrega las leyes, es seguirlas con ética y liberar la energía creativa con el otro como objetivo de ayuda al centro
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