Grace Nehmad

lunes, 9 de agosto de 2021

Las buenas costumbres para llegar a todo otro

 

Me defino sencilla, me construyo paso a paso y escojo algunos colores con fuerza para matizarme y ser página en blanco para todo otro

 

El poder de la costumbre nos jala a lugares negativos. Cómo mantenernos en acciones positivas y no tratar de justificarnos de todo. Hacemos bien de retomar lo bueno y apreciarlo. Cuando nos mantenemos notamos lo bueno de retomar lo bueno. Las ganas nascen de la costumbre que tiene mucha fuerza en nosotros. En filosofía San Agustín decía que era nuestra segunda naturaleza. No es de nacimiento pero casi, se va arraigando en nosotros y lo adquirimos sin problemas. Somos sderes de costumbres del cotidiano y las buenas costumbres nos formas y se transmiten. Se repite y se eleva en el ritual que nos da la concentración, nos da seguridad. Nos saca del miedo de lo desconocido que no se repite. Las malas costumbres nos hacen prisioneros de ellas. Las creamos y sólo nosotros podemos cambiarlas. Los deportistas y grandes artistas tienen disciplina y trabajo. No ers el don, es el trabajo y persistir. De otra manera nada sale. El espíritu y el cuerpo deben entrar en las costumbres del trabajo y de la disciplina. La rutina no es lo bueno, son las buenas rutinas y costumbres. Son más altas que las ganas, son estables, durables, sólidas. Nuestras habitudes nos crean. Decidimos estas rutinas y nos normaliza lo que parece agobiante. Seguido nos impide hacer algo es el esfuerzo que nos desmotiva, es muy mental y mucho en la tierra está ligado al mental. El hombre está ligado a sus costumbres. Podemos reemplazar las malas costumbres por las buenas y seguir en buenos caminos. Proponer lo positivo al cerebro sin obligar, deber es malo, nos bloquea. Es la presión del real y un imperativo no fluye. Es mejor sustituir costumbres con ligereza. No es mentalizar, es hacer, es actuar en disciplina sin tanto alegar. Necesitamos fuerza de carácter y seguir avanzando. Las ganas y el deseo no están en las rutinas de manera inicial, el amor surge de la acción. Nos auto-disciplinamos y nos gobernamos por nuestras propias reglas como dice Kant, la autonomía. De aquí surge la confianza es verdadero. Si fracasas en algo, te sientes culpable y casi físicamente culpable. La voluntad se desarrolla con la costumbre. La pulsión es el deseo de una buena costumbre y después ya se instala en ti y ya no tienes que empujar, surge naturalmente. Querer incorporar una buena actitud es deseo que empuja, deseo de cambio. Los resultados se ven y te dan confianza como energía que quiere quedarse en voluntad en esas costumbres escogidas. El nuevo ciclo ayuda a empujar buenas costumbres, nos ayuda la impresión de ser alguien nuevo. La costumbre es mecanización a partir de la regularidad repetitiva. Seguimos leyes mecánicas y cíclicas sin ser robots, es seguir la regla que hemos escogido. Kant era repetitivo y no interrumpió sus costumbres nunca, sólo en la revolución y en la publicación de un libro de Rousseau. Los deseos son tinieblas y en cambio la voluntad es firme y no se deja llevar por pasiones pasajeras. Así podemos anticipar y no dejarnos tragar por las corrientes que pasarán. Decidir es pasar al acto, realizar. Con paciencia los efectos se verán. Esta segunda naturaleza humana de la que hablamos nos sostendrá con las buenas costumbres que escojamos implementar. Y escojamos actuar en cuerpo y alma para el otro, ayudarlo y asistirlo. La autonomía de Kant debe enmarcarse en una comunidad y funcionar para el otro y no para pasarle encima. Esta armonía es parte de la unidad deseable que nos hará sentirnos en dirección a una clara misión de ayuda. Si mis supuestamente buenas costumbres no integran al otro, resultan malas en realidad. Activemos pues todas las buenas costumbres de vida con el otro al centro, como objetivo.

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