Theodor W. Adorno
y Levinas
Adorno fue sociólogo, filósofo, compositor
musical y crítico de arte. Fue fundador de la escuela de Fráncfort y una figura destacada del neomarxismo europeo.
Iluminó la reflexión cultural sobre el
impacto de los medios masivos de comunicación con un ejercicio pleno del
pensamiento crítico. Fue filosofo y pensador. El siglo pasado es tormentoso con
la revolución rusa, dos guerras mundiales con destrucción y crueldad no
conocida antes. Es con Adorno una reflexión continua y él fue pensador de esta
época convulsa. Se dedicó a la filosofía en estética, sociología sicoanálisis y
en una forma de literatura especial muy propia.
Sus ensayos
destacan por su estilo complejo, oscuro y seductor para el lector. Forma parte
del instituto de Fráncfort. Eran todos ellos investigadores progresistas que huyeron
con el nazismo y se mudaron a los Estados unidos. Adorno se convierte en una figura
engrandecida después del forzoso exilio. Es hijo único de un empresario judío y
una madre católica. Su tía pianista lo influye y estudia piano. En 1924 se
vuelca hacia Husserl y la fenomenología. Tiene intereses estéticos, políticos y
filosóficos. Busca con los expresionistas en la música atonal. Se involucra en
los periódicos vieneses y lo dirige después. Realiza investigaciones sociales
en Fráncfort. Su espíritu crítico es neomarxista, pero es distante del mundo de
la política. Escribe sobre Kierkegaard y la estética y le reprocha al vienes su
subvaloración de la estética respecto a la ética y la religión. Emigró entonces
huyendo del nazismo, se casa en Londres y luego se muda a Los Estados Unidos y
se hace cargo del proyecto de investigaciones allá. Trabaja en una radiofónica en Princeton. En 1941
escribe mucho sobre la dialéctica de la ilustración. En esta obra como parte de
la escuela de Fráncfort se aprecia su desencanto con el marxismo y denuncia a la sociedad occidental
pues ésta destruyó su potencial emancipador. Denuncia la manipulación de la conciencia
de las masas a través de los medios de comunicación pues ello dificulta el pensamiento
crítico.
La nuestra es
una época racional Adorno estudia la racionalidad moderna que se encuentra en
los medios instrumentales y en la técnica y la ciencia, en la organización
social que sirve a un fin, ¿pero es racional el fin?, se pregunta Adorno. Nos
hemos centrado en el medio y el para qué es irracional y nos lleva al estalinismo
y al nacismo que son fines profundamente irracionales. Escribe sobre filosofía
de la nueva música y su obra Mínima moralia en 1951. Regresa a Alemania
y reconstruye el instituto Fránkfort con otros investigadores que como él,
deciden regresar. Otros ya no regresan. Demuestra hostilidad hacia el capitalismo
y el socialismo. Pregunta cómo escribir poesía después de Auschwitz, es
imposible, responde, porque la alta cultura no puede estar por encima de las vicisitudes
materiales e históricas.
Hay disonancias,
refiere, hace una metacrítica del conocimiento, notas de literatura y
reflexiones tonales. Adorno abarca temas musicales, sociológicos y de la complejidad
de la realidad que no se agotaba. Todavía en 1966 habla sobre la dialéctica
negativa, donde rechaza a Hegel y observa un callejón sin salida en el mundo
moderno donde la dialéctica encubre una voluntad burguesa de dominio. Ninguna
teoría escapa al mercado, argumenta. Los objetos no se reducen a su concepto. El
destino de todo concepto es su agotamiento. Defiende una negación
irracionalista pues se debe ir más allá del concepto por medio del concepto.
Adorno fue un destacado
pensador de reflexión de la industria cultural y de los medios de comunicación
de masas que tienen lo bueno y malo en su influencia a la cultura que era sólo de acceso para pocos antes y hoy
todos tenemos acceso. Este es un progreso con costos, ¿qué perdemos? En el
camino la crítica y posibilidad revolucionaria se domestican y se manipula a
las conciencias. En radio, cine y televisión pasa esto, nos dice Adorno y
tampoco le gustan los fenómenos como el jazz. Rechaza todo eso. Muere por un
ataque cardíaco. Su Pensamiento crítico lo defendió hasta el final. Nos concientizó
sobre los efectos negativos de la industria cultural que promete felicidad
plena en productos que son artículos de venta. Las obras de arte son
manipuladas, nos dice Adorno y estas son la representación de la cultura, la burocracia
y la tecnocracia; no hay libertad-
Sus obras
completas con 20 volúmenes de arte y cultura son denunciadoras y críticas de la
modernidad. Nos dice también que el goce individual se cede a la apariencia
social de este goce.
La
investigación en Adorno nos da una visión sofisticada de la realidad moderna, une
al marxismo con la psicología y la fenomenología. Sin embargo, hoy nos queda ya
un poco atrás pues resulta algo elitista entre otros. Hay un tono de desdén y
elitista en su critica que no es positivo. Es desprecio y altanería impide ver
lo positivo de la comunicación. Pero definitivamente sí nos autocomprendemos
mejor con su pensamiento crítico.
Levinas no
parece interesarse en las distorsiones de los medios de comunicación de masas
pues me parece que los ve parte del reflejo social de un egoísmo exacerbado. El
aspecto elitista de Adorno parece totalmente ajeno a Levinas quien pugna por la
justicia social y el trato de respeto y de escucha a todo otro. Dentro de su
figura de investigador, en su estudio, Adorno parece olvidar al hombre dentro
de sus reflexiones y críticas sociales abstractas. Además, ese regreso a
Alemania nos deja un sabor elitista de las ideas de cultura superior alemana
que él mismo critica, como si al final, tampoco logró despegarse de esa parte.
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