Tessumi Kudo contaminació y cultivo nueva ecología 1972 MoMa
Wittgenstein
establece la relación entre ética y estética, entre la moral y la belleza o la
percepción de la esencia de lo bello. En la antigüedad estaban unidos lo bueno
y lo bello y se separan estas áreas en la modernidad. Podríamos pensar que nos
alejamos así de lo esencial, sin embargo, no en todos los casos, y la mayor
libertad actual nos permite encontrarnos con una diversidad alentadora en la
cual existe una posibilidad con la cual comulgo. Se trata de una definición
distinta de lo bello en la cual como la Sara bíblica que decían que era muy
bella, se puede hablar de belleza de acuerdo con las cualidades humanas que dan
nuevo brillo a nuestro rostro. Así, una bella persona sería aquella que hace
del extranjero un hermano, que al acogerlo en su casa le da su calor y lo hace
sentir humano, un igual. En este sentido, la belleza física es sinónimo de
belleza interior y calidad humana.
Es real que cuando alguien se porta
bonito contigo lo ves más bello y, por el contrario, si alguien no te da sostén
y te agrede, comienzas a verlo más feo. En efecto, de qué se trata la belleza
sino de un juicio de valor, de un acuerdo general de patrones comunitarios que
lo más probable es que estén relacionados con grupos de poder y dominación. La
Biblia entonces, con la historia de Sara, nos da otra visión. Ahí podemos
recuperar la espiritualidad de la belleza y la posibilidad de actuar en un
camino ético y así volvernos más bellos por dentro y por fuera. Debemos tener
presente el aspecto de la reserva de la que hablábamos en el capítulo anterior.
Sin distancia sana entre humanos se llega a la promiscuidad y desde ese lugar
no existe belleza posible. También dice la Torá en Mishpatim, ¿si no podemos
relacionarnos primero con un código ético de leyes cómo estaremos preparados
para recibir la belleza de la Torá? ¿Cómo podemos aproximar la nube de la
revelación si no somos capaces de convivir?
Relacionarnos
desde la reserva y el respeto nos prepara para una existencia estética en la
cual podemos perfeccionar nuestras cualidades humanas positivas de servicio a
todo otro en términos levinasianos. Aquí surge otra perspectiva interesante en
la cual se introduce la dimensión estética hacia las acciones humanas. Los
actos estéticos pueden ser aquellos que perfeccionan nuestras virtudes al
servicio del otro. Mi perspectiva no es ascética porque esta virtud tiene
reserva. No se trata de arrastrarse y hacerse daño para atender a otro. Aquí
todos deben sentirse bien y ello embellece toda existencia. Como humanos
podemos escoger la promiscuidad o la sana y grata proximidad en la cual
compartimos y nos apoyamos unos a otros en libertad, dignidad y belleza.
Desde
el punto de vista Bíblico, en la sección de la Tora de Éxodo 25:1 al 27:19, en
lo que corresponde a Truma, se combina lo bello y lo bueno o virtuoso para
construir el primer templo móvil para el desierto en donde estarían guardadas
las tablas de la ley. La decoración para este templo es precisa y todo el
pueblo debe embellecerlo y contribuir para su construcción.
Dentro de estas líneas se encuentra
la idea de contribuir y crear de manera individual y colectiva una belleza
espiritual que se apreciará o tendrá su paralelo en la belleza del templo
portátil o Mishkán.
Asimismo, Derrida propone que la
ética en la filosofía no sólo trata de la búsqueda de valores, sino de la
deconstrucción, término que él trabaja profundamente y populariza bajo su
propia interpretación del mismo (Poché, p. 94, 2007). Para él la búsqueda de la
verdad está en la deconstrucción y de ahí busca un mesianismo que toma en
cuenta la imposibilidad de la traducción de las lenguas, estaríamos hablando me
parece de la belleza no traducible en su particularidad. Lo bello, entonces, es
para cada cultura distinto y no traducible. Pero Derrida habla de que sólo lo
imposible puede pasar (Poché, p.108, 2007). En el evento se resume en nuestros
términos la posibilidad imposible de lo bello en una acepción espiritual
universal que borra toda diferencia. En la deconstrucción que propone Derrida
se puede lograr ir más allá de Babel y de un egoísmo que separa, para lograr la
unión de lo bello y lo bueno al servicio de todo otro, en una relación
imposible que se torna posible a través de acuerdos válidos de convivencia.
“La
pregunta lacerante de lo bello y lo bueno recorre la historia de la filosofía,
y la hace dar una vuelta trágica en el siglo XX, en donde regresa para
preguntarse cómo puede ser que nada, o casi nada en la cultura haya sido apto
para prever la fuerza de las tinieblas, de la crueldad y del odio que cayó en
la tierra en donde la belleza había marcado los mismos lugares. ¿Cómo se puede
explicar que la emoción frente a lo bello resentida por aquellos que en Europa
participan de lejos, y a veces de cerca, en la edificación de los carniceros de
la muerte, los haya dejado de mármol frente a los rostros agobiados? ¿De esta
manera, anclada en la obra de Levinas, la belleza nos aparecería entonces sin
mensaje, pasiva, muda y solitaria?”, estas son las preguntas que busca
contestar David Gritz, profesor investigador (quien muere víctima de un ataque
terrorista en la Universidad Hebrea de Jerusalén, después de haber inmigrado a
Israel) en su obra sobre lo bello en Levinas (Poché, contraportada, 2007).
¿Cuándo
se separa del arte de la iglesia lo que antes no era más que decoración
subordinada a la palabra? (Poché, p.101, 2007). Es decir, belleza impuesta en
cierto senido a belleza individualizada. Pienso que hoy, en la posibilidad de
escoger entre opciones en un mercado libre y abierto, podemos sintetizar en un
acuerdo de lo bello que se iguala a lo bueno y culmina así en un proceso
interior y exterior que puede unir a lo bello y lo bueno, a la ética y la
estética para alcanzar un mundo más elevado espiritualmente para la humanidad.
Podemos tomar la idea de un cerco de
luz ético que guíe toda estética, sabiendo que ética y estética se aproximan,
pero no son nunca iguales y cuidando que el residuo permanezca dentro del
paraguas ético. Ese residuo puede representar manifestaciones materiales de
convivencia existencial que descuiden la ética y en donde debe entrar un
tercero a hacer justicia. Al hablar del cerco, también podemos hablar de “masejet
abot” en donde se recomienda una barda de protección para cuidar lo propio, las
leyes, la Torá, o es esta separación que conservó el pintor Chagall ya que no
se mezcló con los movimientos exteriores de vanguardia. Ese cerco sería reserva
necesaria para la convivencia cordial, en dónde puede darse el respeto al otro. Se cierra muy bien aquí toda
nuestra reflexión y nos da efectivamente ciertas luces que me parecen
relevantes para promover buenas relaciones con todo otro desde la escucha
levinasiana, pero cuidando otros aspectos dentro de esa línea que marca Levinas
con la ayuda de los autores y reflexiones de este trabajo, queriendo aproximar
lo más posible ética y estética, lo bueno y lo bello, pero conscientes del reto
y en un chequeo terrenal constante con la ayuda de un tercero para no invadir cercos
e individualidades que al sentirse violentadas respondan con violencia
exponencial y nos lleven a no responder por nuestros hermanos en el sentido
bíblico.
En un mundo globalizado de
extranjeros, donde el Mismo deviene Otro rápidamente, es necesario irnos más
profundo, más adentro, recuperar los vínculos interiores humanitarios, escuchar
y actuar desde una raíz interior, espiritual en cuya expresión ya está
contenida la ética.
Quise aquí compartirles brevemente mis conclusiones de El Extranjero, investigación que pueden encontrar en amazon. Comencé por eso con esa imagen del artista Kudo que tansmite unaestética decaída en nuestra modernidad y de acuerdo a lo visto aquí también una ética. Recuperando nuestra escucha y sensibilidad, podemos retornar a una vida ética y estética y seguramente libre de enfermedades como la pandemia que hoy vivimos pues hemos perdido todo cerco de respeto y las distancias obligadas nos exigen retornar a él de manera obligada. Esperemos lograr regresar a nuestra esencia libres de enfermedades y en escucha para redimir nuestras relaciones humanas en amor.
En el espacio de colores
profundos me mira, ojos de un rostro
que es extranjero, que soy yo misma
y regreso a mi jardín cercado para
compartirme desde su infinito
En el espacio de colores
profundos me mira, ojos de un rostro
que es extranjero, que soy yo misma
y regreso a mi jardín cercado para
compartirme desde su infinito
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