Descartes dice que necesitamos imaginar y existen peligros en ello. Necesitamos repensarnos y aprender hasta a imaginar en los lugares que nos hacen bien, dejar atrás todo lo que nos lastima, volver al instante y a la observación, tomar conciencia y agradecerlo todo como viene y aceptarlo sin tratar de evadirlo. Podemos encaminarnos a recuperar la salud. Descartes ya nos hablaba de meditación, podemos hacernos nuestra película interna y darnos bellas imágenes para ser unidos al buen camino en energía y amor. También podemos desviar nuestra imaginación y explotar lo que nos ayuda y nos hace bien. Sí tenemos cierta participación en nuestra imaginación. Podemos influir en ella y en nuestra relación cuerpo-alma. Debemos replantear la dirección de nuestras vidas y lo que nos agrega cuanto hacemos. Hay un estatus importante de la imaginación en nosotros y de ahí podemos actuar y construirnos vidas sanas y equilibradas. La naturaleza contiene a la imaginación y hay una centralidad en la libre asociación de imágenes que influyen en nuestro pensamiento racional. Hay una relación importante entre sueños y acción. Los sueños son en juego con la realidad y los motivan. Vamos dentro y fuera para buscar ideas y nos hacemos preguntas imaginando respuestas. Tenemos arquetipos dentro y creamos a partir de ellas. Son fuego que enciende caminos. Estos fuegos desde la imaginación crean y recrean. Vamos y venimos de la imagen a la materialización. La imaginación en Descartes ayuda al trabajo cotidiano. Quizá la razón la necesita y se estimula con ella. Debemos aceptar esta relación y entregarnos a ella. Podemos también tener mayor dirección en nuestra imaginación con un método que nos ayude a dirigir nuestros caminos en la tierra, caminos cuerpo y alma como vinimos a esta tierra. Tanto la imaginación como la razón se necesitan y nos ayudan a tener mejores vidas y a ayudar mejor a otros en sus caminos en la tierra.
Somos dormidos y despiertos, en imaginación y razón, en dirección y acción
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