En la sustitución el yo se invierte, en esta
pasividad más pasiva que el acto, más allá que el acto designado, el sí mismo
se absuelve de sí mismo. ¿Libertad? En la relación el otro ya no limita al
mismo pues es sostenido por él. Se transforma la relación en una relación ética
y la responsabilidad hace desaparecer los límites. La relación se transforma y
ya no es de sometimiento, es apertura o la esencia del ser que se traspasa en
la inspiración. El olvido de sí mismo, ponerse en el lugar de los otros, ser
para y más allá de ello, ser por. Es el otro en el mismo, en apertura que se
vierte hacia afuera en exterioridad. El mismo es responsable de todo el
universo y aprende a cargarlo con ligereza. Es la ficción que expresa mi
pasividad. Es ir más allá de la identidad. Pero esta responsabilidad llega al
mismo sólo desde la elección libre. No es libertad de juego sin
responsabilidad. El rostro del otro es entonces modo del infinito al cual
tiendo para asistirlo. Se trata de vaciarse del propio ser para volcarse hacia
el otro. La fraternidad entonces precede a la libertad y al mismo. Es
prehistoria. Por eso sustituimos. Separa del para el otro, al por el otro. El
mismo se transforma y deviene rehén del otro. Es el clásico, después de
usted, por favor. Y es ahí donde el mismo se libera.
Me parece que en este ejemplo se aclara mucho de
cómo podemos borrarnos para asistir y ser rehenes. También porque es libertad
con responsabilidad, ficción que deviene realidad y me lleva a servir en
infinito, al penetrar el tiempo del otro. La fraternidad que nos precede y hace
olvidar la idea de matar al otro y al contrario, lo cedemos todo en amor
desinteresado.
El otro cuanto otro, más allá de la diferencia
para dar. El rostro del otro nos mira y nos conforma. El otro no es opción en
el fondo, es radical y necesario. Necesitamos la mirada del otro para existir. Descubrir
el ser, ser para la muerte dice Heidegger, a ser para, pensarnos en relación
con el otro. Ser para después de la muerte dice Levinas, es lo que dejamos a
los otros, el rastro, el legado, cómo respondimos. El otro nos da la
posibilidad de existir. Levinas centra su pensamiento en cómo le vamos a
responder al otro, en responsabilidad.
La mirada del otro me configura y es central
para formar mi ser, el otro me cuestiona dice Levinas, me interpela. Me obliga a
responder. Sí Caín , eres responsable de tu hermano. El otro en cuanto es, es
cómo lo pensamos y las etiquetas violentan al otro, lo reducimos a una idea
fija. Debemos abrirnos. Darle cabida a su misterio y ser responsables del otro.
Construimos al otro con su mirada. Ayudamos al otro a ser y a superarse. El
¿quién soy? Debe sustituirse a soy por cómo respondo a los demás y los asisto,
es nuestra sociedad civilizada que piensa en los demás, en nuestro ejemplo,
¿cómo voy a responderle al otro el día de hoy?
Mi paraguas protege, respondo y sustituyo, me aprendo a borrar desde la fraternidad anterior
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