Grace Nehmad

martes, 24 de mayo de 2022

El mal relativo para perfeccionar nuestras ayudas a todo otro

 

¿El mal existe? Sócrates decía que el mal no es nada pues no debemos de centrarnos en él y creo que tiene razón, pues el chiste es concentrarse en lo que sí se logra, en empujar desde la acción y la creatividad. Somos para, en movimiento y contando con lo que sí se concreta y en hacer días hermosos con lo que tenemos, con lo que es constante y nos fortalece, no con lo que nos entorpecer y hace decaer. Se trata de activarnos y crear, y dar sin miedo. Para Leibniz Dios existe y no es laico, es un principio para él y la pregunta obligada es entonces ¿por qué el mal? El mal toca a los inocentes y parece contradictorio. ¿Cómo puede existir el mal y Dios perfecto lo permite? Leibniz dice que olvidamos la relatividad del mal. El problema es nuestra hipersensibilidad. Queremos no estar enfermos ni tristes nunca y no sabemos pasar a lo que sigue y apreciar lo bueno y en general estar en el presente, tendemos a recargarnos en lo negativo. Todo marcha, en realidad en el presente y nos preocupamos por lo que no está y no es, por un futura negativo, proyección que no marcha desde la anticipación. No estamos atentos a lo que sí marcha. Los que enferman aprenden de la experiencia negativa despiertan y aprecian su vida. Esperemos no necesitar del mal para apreciar lo bueno. Es aprender de nuestros errores y seguir. El enseña y es activar sus enseñanzas en nosotros. El mal para Leibniz es para enseñarnos en la corrección. El error se concientiza y cambiamos en el despertar. El mal ayuda y despierta dice Leibniz. Me parece importante la conciencia y la idea Levinasiana de que desde el mal podemos decidir y decretar, no perseverar en él y seguir en ligereza con el otro al centro. Anticipar y minimizar y evitar el mal para darnos a otros en amor, ser para desde el aprendizaje y la conciencia. No autorizarnos a hacer sufrir a otros y ver la causa y efecto de nuestros actos desde la determinación de Spinoza. Debemos relativizar el mal y no someternos a él. No dejar actuar el mal y vencerlo haciendo el bien y concentrándonos en él. Parte de esa concentración positiva la tiene Levinas al poner al otro al centro.


Iluminarse y seguir para darse a todo otro en amor


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