Isaías 53:4
Ciertamente cargaba con nuestros padecimientos, llevaba nuestros dolores, en tanto que nosotros le considerábamos golpeado, herido por nuestras transgresiones, aplastado por nuestras iniquidades y por sus llagas fuimos sanados. Todos nosotros, nos descarriamos como ovejas. Cada cual se volvió por su propio camino y el Eterno había hecho recaer en él la iniquidad de todos nosotros… no abrió su boca… por un instante , te he abandonado, pero compadecido, te recogeré… me compadeceré de ti, dice el Eterno tu redentor.
Saber callar en el preciso momento y asumir por nosotros y por otros. Ser para y saber que seremos escuchados y recogidos en nuestro silencio. A veces no se necesitan palabras ni justificaciones. Son acciones silenciosas y ser para en amor, unirse a la causa de la humanidad.
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