Separarse, nos dice Levinas, no es trascender. La carencia nos lleva al trabajo y al éxtasis y separación como individuación para llegar a la unión y trascendencia posteriores. El enfoque de dar es muy importante. La exterioridad se recela al ser y no es contraste a su aislamiento. La puerta en el ser está a la vez abierta y cerrada. El interior del ser se persigue así en un ateísmo egoísta y luego busca otro destino, ruptura al infinito y trascendencia que deja atrás su animalidad, despega. Es el placer de vivir a pesar de la incertidumbre del ser en el mañana inquietante. Es no ver al verdugo, agradecer la respiración y la vida, del deseo de ayuda a todo otro en todo momento. Es despertar de dimensiones de trascedencia de la existencia. Esta es una tarea cotidiana de revelar la luz en el mundo me parece e iluminar toda existencia paso a paso.
Buscar la luz de lo sagrado en humildad y entrega
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