Alexa quería ver las luces en su camino y cuestionar sus pruebas de vida y emociones pero no era evidente porque su entorno ya no era una prueba interior y no la dejaba trabajar en paz. La confianza se perdía. En especial Jacobo, ya no la apoyaba como antes. Alexa sentía que su mundo estaba muy roto y ya no se daba a basto con sus pruebas. El cotidiano se dislocaba y eran nuevos arreglos lo que la vida demandaba. Se debía recargar en reglas básicas de intercambio y en la idea de la confianza entre las personas. La legitimidad
era imperativa y la fe por igual. Tenía que recargarse en sus buenas intenciones y en la creencia en la buena voluntad de las personas. ¿Cómo recuperar el corazón de Jacobo? ¿Las perlas que le regalaba de novios? Ahora todo era decepcionante. Regresar a los viejos pasos, ligera y feliz era lo que llamaba a su vida. Despertar sonriente y agradecer la vida. Seguro que se trataba de juegos simples existenciales y podría descubrir sus signos en las estrellas, saber así sus siguientes pasos. Le gustaba recoger la casa y tener todo arreglado para la llegada de Jacobo. Disfrutaba mucho estando con Jacobo y platicando con él. En su vida acelerada descubría miradas nuevas y cuidaba de lo que veía a su alrededor, en el plano físico y el espiritual, dentro y fuera, aunque Jacobo no comprendiera tanto sus inquietudes, compartían la vida, intercambiaban miradas y perspectivas. Todo se construía paso a paso pero la madurez transformaba a Alexa y sabía que intensos cuestionamientos de vida la sacudían exigiendo nuevas respuestas. ¿Cómo se madura como lo hacen las frutas en los árboles? Sin miedos ni desesperación, sin angustia quería transformarse Alexa. Entonces pensó que como fuera de la mano de Jacobo todo estaría bien y siguió su camino tranquila, descubriendo su nueva madurez, con fuerza y alegría como había vivido siempre.
De la mano de Jacobo encontraría sus perlas perdidas paso a paso, lo sabía
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