Los pensamientos buscan encaminar la trascendencia nos dice Levinas y me deja en profunda reflexión. La ética debe posibilitar esta búsqueda. Es modalidad de la trascendencia y puede encontrarse a través de la secularización de lo sagrado. Se trata de aterrizarlo y volverlo práctico, a la mano. Trascendencia es movimiento que asciende. Es esfuerzo de cambio y elevación. Es movimiento que eleva hasta la cima. El cielo llama y la mirada se separa del cuerpo rompiendo con la complicidad del ojo y la mano, con toda intención que mira en intento de ir por una presa. Y después de este proceso se puede dar la secularización de este sagrado alcanzado y experimentado. La mirada se maravilla en reposo. Según Aristóteles nos maravillamos de que las cosas sean lo que son y reconocemos nuestra ignorancia como origen de la filosofía. Procede entonces el amor al saber y se aleja de lo práctico, del comercio mundano. Esta contemplación del reposo es admiración del saber en sí mismo y racionalidad, es ateísmo. Es el gesto del ser en el cual toda racionalidad toma sentido y se justifica. En este sentido la técnica que seculariza se inscribe en el progreso del espíritu humano pero no es el fin. Para rescatar estas ideas, se trataría de lograr la contemplación y el reposo en ascension para después aterrizar de manera ética y práctica este saber adquirido en técnica práctica que haga progresar al espíritu humano. El proceso es importante liberarlo de una intención subjetiva al desvincular la mano y la mente y de ahí tocar el saber en ascension desde el reposo y la contemplación para después aterrizar de manera práctica y ética ese nuevo conocimiento adquirido.
Contemplar y aterrizar en amor
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